Director: Agustí Villaronga
España, 1986, 110 minutos
Tras tres cortos, el mallorquín Agustí Villaronga (Palma, 1953) debutaba en el largometraje con esta escalofriante historia de crueldad y venganza en la que la víctima de un antiguo oficial nazi se obsesiona con aplicar sobre su torturador los mismos suplicios que a él le tocó padecer.
En ocasiones como la que nos ocupa, aquella frase tan manida que solía utilizarse para prevenir a los espectadores de que "el contenido de las imágenes que van a ver a continuación puede herir su sensibilidad" se queda corta en el caso de Tras el cristal, dado el sadismo de alguna de sus escenas. Pero ello demuestra, al mismo tiempo, la valentía por parte del futuro director de Pa negre (2010), que no se anduvo con rodeos en su ópera prima para plasmar con la cámara la barbarie de la que fue capaz el fascismo.
Precisamente, Günter Meisner (el actor alemán que interpreta a Klaus) había vivido en sus propias carnes dichas atrocidades. De ahí sus reticencias iniciales para aceptar un papel que, por otra parte, resulta tan complejo. Y es que Klaus, el antiguo criminal, es ahora víctima por triplicado: de su mujer Griselda (Marisa Paredes), que lo trata con una aversión manifiesta; de la máquina en cuyo interior vive conectado para poder respirar y desprovisto de toda movilidad y, por último, de Angelo (David Sust), marcado de por vida por los abusos que padeció en su niñez y que no dudará en hacerse pasar por enfermero para resarcirse.
Muy pocos cineastas se han atrevido a llegar a tanto, lo cual sin duda sitúa a Tras el cristal a la altura de las mejores películas de directores de la talla de Michael Haneke.
Angelo (David Sust) vive traumatizado por su pasado |
Klaus (Günter Meisner): de victimario a víctima |
Griselda (Marisa Paredes), esposa de Klaus |
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