Título origial: The Circus
Director: Charles Chaplin
EE.UU., 1928, 69 minutos
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El circo (1928) de Charles Chaplin
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Los muchos avatares que siempre acucian al vagabundo le llevan, en esta ocasión, a trabajar en un circo cuyo propietario y maestro de ceremonias no cesa de humillar a su hijastra por no estar a la altura en su número de amazona. En realidad, se ceba con ella porque acude poco público al espectáculo y se desfoga haciéndole pagar los platos rotos. Charlot se convertirá en el payaso involuntario de la gala, aunque gracias a su carisma las gradas volverán a llenarse. La muchacha, de todas formas, se ha fijado en un apuesto funámbulo...
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Haciendo de autómata junto al carterista
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Chaplin construía sus películas a base de gags. En el caso de
El circo los más célebres son, por ejemplo, el del bebé que comparte su bollo con el hambriento (y aprovechado) trotamundos; o la escena en la que se refugia en el laberinto de los espejos; o, incluso, cuando se hace pasar (con increíble verosimilitud, por cierto) por autómata en la feria. También es de vital importancia dentro de la trama el momento en el que Charlot camina sobre la cuerda floja, manteniendo en vilo a la concurrencia.
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En la cuerda floja
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Durante el rodaje, se proclamó un aparatoso incendio en los estudios que acabó con parte del material ya filmado, por lo que hubo que rehacer algunas de las escenas. Chaplin, además, debió superar no pocos problemas personales, como una crisis nerviosa que le obligó a guardar reposo durante un tiempo antes de finalizar la producción de un filme cuyo presupuesto casi alcanzó el millón de dólares y que en 1929 recibiría un Óscar especial por "la universalidad y por el genio de Chaplin como autor, actor, director y productor".
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El número estrella de la función: "Platos rotos"
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El circo fue la última película verdaderamente muda de Chaplin: Luces de la ciudad y Tiempos modernos también lo son al carecer de diálogos, aunque ya incluyen música y efectos sonoros. Aun así, cuando en 1968 se llevó a cabo la reposición de la película se le añadió la banda sonora compuesta por el octogenario Chaplin y una canción interpretada por él mismo que acompaña los créditos e imágenes iniciales ("Swing little girl") de conmovedora belleza ligeramente decadente.
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Durante el rodaje de la escena final |
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La muchacha hambrienta |
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