Director: Narciso Ibáñez Serrador
España, 1976, 107 minutos
Para muchos el nombre de Narciso Ibáñez Serrador ("Chicho") quizá se asocie únicamente con el director del celebérrimo concurso televisivo Un, dos, tres... responda otra vez, que durante tantos años se mantuvo en antena. Sin embargo, en su faceta de entusiasta adepto al género del horror dirigió un par de largometrajes para la gran pantalla hoy considerados de culto: La residencia (1969) y ¿Quién puede matar a un niño? (1976). Ambos comparten un inquietante nexo: utilizar a la infancia, supuestamente depositaria de la más tierna inocencia, como ingrediente principal de una historia de terror.
Para la segunda de ellas, Ibáñez Serrador partió de una idea original de Juan José Plans (y que más tarde el propio Plans convertiría en novela): de manera totalmente incomprensible, los niños de la pequeña isla de Almanzora se acaban rebelando contra los adultos, a los que irán exterminando de forma progresiva. Así que cuando una pareja de turistas ingleses llegue a la isla procedente de Benavís, se encontrará con las calles desiertas y un perturbador peligro acechando tras las puertas de las casas.
Cualquiera les dice nada a éstos... |
La película arranca con un innecesario prólogo tremendista confeccionado a base de imágenes de archivo que muestran cómo es la infancia la primera en padecer las consecuencias de cualquier conflicto en el mundo. Ibáñez Serrador ha admitido en alguna ocasión que quizá habría sido mejor relegar esa parte al final, como aclaración de por qué se han comportado tan violentamente los menores durante el film.
Contrariamente a lo que cabría esperar de una película de terror convencional, la acción sucede a plena luz del sol y, en lugar de monstruitos deformes, los que siembran el pánico son chicos y chicas sonrientes. Los referentes indiscutibles en los que se inspira ¿Quién puede matar a un niño? son, por una parte, Los pájaros (1963) de Hitchcock y, por otra, la pareja de La semilla del diablo (1968) de Polanski (tanto Rosemary como Evelyn están embarazadas).
Entre los muchos alicientes que posee la película, uno que no se suele tener en cuenta pero que a buen seguro tiene su peso es que en ella podemos ver una España que ya no existe: esos pueblos de tapias enjalbegadas, ventanas con rejas negras y calles sin asfaltar... Quizá por eso mismo sigan teniendo su audiencia las sucesivas reposiciones de Verano azul, serie también terrorífica aunque por otros motivos y en otra acepción del término...
En cuanto a Juego de niños (Come Out and Play, 2012), el intrascendente remake mejicano de ¿Quién puede matar a un niño?, casi mejor no decir nada.
La película se rodó en Sitges, Granada, Toledo y Menorca |
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