miércoles, 8 de agosto de 2018

La vergüenza (1968)




Título original: Skammen
Director: Ingmar Bergman
Suecia, 1968, 103 minutos

La vergüenza (1968) de Bergman


A juzgar por cómo irrumpe la guerra sin previo aviso en un entorno aparentemente apacible, parece casi seguro que Michael Haneke debió de tener en mente esta película cuando se le ocurrió la idea de rodar Le temps du loup (2003). Eva y Jan Rosenberg, antiguos integrantes de una orquesta sinfónica, llevan una plácida existencia cuidando de su finca en una isla (Fårö, lugar de residencia de Bergman en la vida real y escenario en el que transcurren no pocos de sus filmes) hasta que, un buen día, los tanques y los bombarderos paralizan su idílica vida de granjeros.

Aunque no llega a esclarecerse en ningún momento qué bandos son los que se enfrentan en tan repentina contienda, lo cierto es que el matrimonio Rosenberg será detenido y acusado de colaboracionismo sin que tampoco se detallen en exceso los cargos que pesan sobre la pareja.



La vergüenza (1968) es, pues, puro Kafka, una distopía de alcance universal y atemporal en tanto que los hechos que en ella se muestran, probablemente inspirados en la guerra de Vietnam, siguen, por desgracia, aconteciendo hoy día en diferentes puntos del planeta. Siria, Afganistán, Yemen, Libia, Palestina... Cambian los nombres, pero la historia se repite. Es más: cuando Eva (Liv Ullmann) y Jan (Max von Sydow) se ven forzados a embarcarse para huir rumbo a la incertidumbre, resulta inevitable pensar en la llegada masiva de pateras a nuestras costas.

Y, sin embargo, inmunizados como estamos ante semejante panorama, basta con que los afectados sean suecos, ilustres ciudadanos del Estado del bienestar, para que la situación, aun tratándose de un filme de hace medio siglo, adquiera de inmediato el tono perturbador del que parecen carecer las imágenes que vemos a diario por televisión. De ahí que Eva, haciendo gala de una lucidez de la que Jan carece, dé en el clavo al afirmar: "A veces, todo parece un mal sueño. No es mi sueño, sino el de otra persona. Pero tengo que participar en él. ¿Cómo crees que se sentiría, cuando se despierte, alguien que sueña con nosotros? ¿Avergonzado?"


No hay comentarios:

Publicar un comentario