sábado, 4 de agosto de 2018

Harlow, la rubia platino (1965)




Título original: Harlow
Director: Gordon Douglas
EE.UU., 1965, 125 minutos
Harlow, la rubia platino (1965)


Curiosamente, el mismo año en el que se estrenó este biopic sobre la mítica actriz de Hollywood Jean Harlow se rodó otra película con idéntico título y temática, aunque más modesta y en blanco y negro. La dirigió Alex Segal y contó en su reparto con, entre otros, Carol Lynley (Harlow) o Ginger Rogers en su último papel para el cine, haciendo de madre de la estrella. Por si no fuera poco, Carroll Baker, la encargada de interpretar a la rubia platino en esta otra versión, acababa de protagonizar Los insaciables a las órdenes de Edward Dmytryk (The Carpetbaggers, 1964), en la que su personaje estaba también inspirado en Harlow...

Tremendo cúmulo de coincidencias que pone de manifiesto hasta qué punto puede llegar a repetirse la industria cuando a sus directivos les da por pensar que un determinado tema podría ser rentable (sobre todo si la muerte de Marilyn, de la que Harlow fue en tantos aspectos predecesora, estaba tan reciente). En cualquier caso, el punto de vista propuesto por el productor Joseph E. Levine en la película de Gordon Douglas que nos ocupa adolece de un cierto grado de idealización del personaje, toda vez que se omiten datos clave de su trayectoria como el hecho de que contrajo matrimonio hasta en tres ocasiones o que murió envenenada.



Tampoco se menciona el título real de ninguno de los filmes en los que participó ni el nombre de los estudios cinematográficos que la tenían en nómina (MGM) y que hicieron de ella un auténtico fenómeno de masas. Todo lo cual es bastante fácil de comprender, si se tiene en cuenta que legalmente ello no siempre es posible (amén de que, en ocasiones, revelar según qué datos supondría hacerle publicidad a la competencia).

En cuanto al guion de John Michael Hayes, basado en el libro que sobre la malograda actriz escribió su agente, Arthur Landau (el mismo personaje en cuya piel se mete Red Buttons y que le valió una nominación a los Globos de Oro como mejor secundario), lo cierto es que la premisa predominante es presentar a la Harlow como una muchacha recatada, muy reacia a ceder a las proposiciones deshonestas que los grandes magnates le hacen a cambio de lanzar su carrera. Aun así, ésta acabará convirtiéndose en un sex symbol casi a su pesar, lo cual no deja de ser interesante, por el paralelismo que supone con nuestra actualidad, a la luz de los casos recientes de actrices que están denunciando el acoso del que han sido víctimas y cuyo testimonio no difiere tanto de lo que le tocó vivir a una joven y bella actriz que fallecería con apenas veintiséis años en la cima de su popularidad.


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