lunes, 20 de agosto de 2018

El sistema Pelegrín (1952)




Director: Ignacio F. Iquino
España, 1952, 86 minutos

El sistema Pelegrín (1952) de Iquino


El inefable Iquino, aquel prolífico director y productor capaz de levantar un imperio cuando el cine español era poco menos que un erial, fue el responsable de llevar a la pantalla El método Pelegrín, adaptación de la novela homónima que Wenceslao Fernández Flórez había publicado en 1949 con el peculiar subtítulo de Memorias de un profesor de cultura física. De hecho, sería el propio escritor gallego quien se encargase de escribir el guion y los diálogos, lo cual salta enseguida a la vista. No hay más que ver escenas como la que a continuación reproducimos para reconocer en el acto su estilo inconfundible:

(Héctor Pelegrín, al que no le gustan nada los "bichos" del bosque, huye despavorido porque lo persigue lo que él considera una alimaña inmunda)

MARTÍNEZ: ¿Qué hace usted aquí?
HÉCTOR: ¡Me siguen!
MARTÍNEZ: ¿Quién? 
HÉCTOR: ¡Un conejo bravo!



Aunque, en realidad, el tal Pelegrín (Fernán Gómez), ser timorato en la frondosidad de la floresta (amén de lamentable agente de seguros), se revelará más tarde como un consumado "pedagogo" merced a unas disparatadas teorías, a cuál más estrambótica (desde el binomio de Windsor hasta el tenis "cristiano"), pero que, sin embargo, lograrán convencer al director del Gran Colegio Ferran para que lo contrate (pese a que la oferta inicial era para dar unas lecciones de álgebra) como monitor de gimnasia y entrenador del equipo de fútbol que el joven enseguida le propone fundar. 

Queda claro que labia no le falta, para los deportes pero también para ligarse a la profesora de música (interpretada por Isabel de Castro, una actriz portuguesa que por aquel entonces trabajó bastante en España), asegurar la viabilidad económica del centro y, ya puestos, tener contentos a los padres de los alumnos.

PELEGRÍN: Oiga, usted: el señor Martínez ha vuelto a insistir en que quiere que su hijo sea el guardameta de nuestro equipo.
DIRECTOR: (indignado) ¡Y usted me lo dice! ¡Usted cree que puede ser!
PELEGRÍN: Lo que yo creo es que cuando un hombre acaba de darnos un cheque, un robusto cheque para pagar todo esto, no debemos detenernos a examinar la fortaleza o debilidad de su hijo: cheques tiene muchos; hijos, nada más que éste: aceptemos los unos y el otro. ¡Querido director, déjeme que le guíe!



Porque lo cierto es que les ha salido un duro competidor: la Academia Enciclopédica, que fundó el engreído y bigotudo señor Moscoso (Manuel Monroy) tras escindirse del Gran Colegio Ferran. La rivalidad entre ambas instituciones quedará escenificada con el memorable partido en el que se enfrentan sus respectivos equipos. Pero el encuentro acaba como el rosario de la aurora, demostrándose que los métodos de Héctor son un peligro tanto para su integridad física como para mantener el orden en el pueblo. Tendrá que ser entonces Luisa, la profesora de música, quien ponga sentido común con una decisión salomónica que satisfaga a los dos bandos.

Rodada en los estudios que Iquino tenía en el Paralelo, así como en localizaciones de Esplugues de Llobregat y Barcelona (me pregunto a qué colegio debe pertenecer el patio donde el protagonista entrena con sus alumnos), El método Pelegrín, pese a tocar tangencialmente el tema de la educación, se enmarca en las denominadas comedias deportivas, generalmente de trasfondo futbolístico, que por aquellos años gozaban de enorme popularidad. Otros títulos en la misma línea serían El fenómeno (1956, de nuevo con Fernán Gómez) y El hincha (1958), ambas de José María Elorrieta, o, ya en los setenta, Las ibéricas F.C. (1971) de Pedro Masó o La liga no es cosa de hombres (1972) del propio Iquino y protagonizada por Cassen.


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