martes, 28 de agosto de 2018

La Humanidad (1999)




Título original: L'Humanité
Director: Bruno Dumont
Francia, 1999, 141 minutos

La Humanidad (1999) de Bruno Dumont


Una pequeña localidad de provincias, el cadáver de una niña con evidentes señales de violencia, un comisario y un inspector en busca del asesino... Con ingredientes similares, Ladislao Vajda realizó El cebo (1958), excelente filme policíaco a partir de una novela de Friedrich Dürrenmatt que Sean Penn volvería a adaptar años más tarde, con Jack Nicholson como protagonista, bajo el título de El juramento (The Pledge, 2001).

Pero L'Humanité, pese a partir de esos mismos elementos, trasciende por completo el marco de las investigaciones policiales. Porque Bruno Dumont, cineasta de la peculiaridad, posee el insólito don (para otros, insufrible defecto) de no dejar a nadie indiferente. Y aunque en ocasiones, caso de Camille Claudel 1915 (2013), se muestre algo más comedido, hay en su estilo una serie de rasgos, enseguida reconocibles, que ponen de manifiesto una mirada tan personal como transgresora.



Quien no entre en su juego creerá estar presenciando una sarta de disparates, la historia de un pobre imbécil que vive con su madre y cuyo comportamiento, parsimonioso en exceso, delata algún tipo de trastorno mental. Craso error, ya que en la obra de Dumont lo aparentemente estrafalario esconde razones muchísimo más profundas. Así pues, cuando sepamos que Pharaon (Emmanuel Schotté) perdió a su mujer y su hija en un grave accidente, empezará a quedar claro por qué le está afectando tanto el caso que intenta resolver.

Una empatía hacia los que sufren que quizá explique la particular forma que tiene de consolar a los detenidos en comisaría. He ahí la humanidad a la que alude el título, la misma que, en un arrebato de altruismo extremo, le habría llevado a autoinculparse de un crimen que realmente no ha cometido para, de ese modo, salvar al novio de su adorada Domino (Séverine Caneele). ¿Quién sabe? Esto es sólo una posible explicación que se deduce del último plano. Aunque, teniendo en cuenta que antes habremos visto a Pharaon levitar en su huerto, también quedaría la puerta abierta a posibles interpretaciones sobrenaturales.


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