domingo, 30 de julio de 2017

Scarface, el terror del hampa (1932)




Título original: Scarface, the Shame of a Nation
Directores: Howard Hawks y Richard Rosson
EE.UU., 1932, 93 minutos

Scarface, el terror del hampa (1932) de Howard Hawks


Destinado, al fin y al cabo, a convertirse en el más importante de los gánsters estadounidenses, el más notorio entre todos los cabecillas, Tony Guarino cometió su primer crimen serio cuando tenía dieciocho años. Y, como sucede a menudo, la causa de este crimen fue una mujer...

Armitage Trail
Scarface

Bastaría citar apenas dos o tres momentos de Scarface (1932) para darnos cuenta de que estamos ante una obra maestra: Tony encendiendo una cerilla en la estrella del inspector Guarino o haciendo pasar las hojas del calendario a metrallazo limpio... Una película gestada mientras Al Capone aún hacía de las suyas, que se estrenó a pesar de la estricta censura y que, para colmo, se atrevía a retar al Gobierno y a los espectadores en los títulos de crédito iniciales. Sólo un loco podía estar detrás de semejante producción y, en efecto, fue Howard Hughes quien lo hizo.

El otro Howard (el mismo Hawks que, andando el tiempo, se especializaría en comedias y wésterns) supo sacarle el máximo partido a una historia que partía de la novela del malogrado Armitage Trail (fallecido con apenas veintiocho años, víctima del alcohol) y en cuyo guion participó el también novelista W.R. Burnett. Por cierto, que otro de los atractivos de la peli es ver a Boris Karloff ejerciendo de capo de un clan irlandés antes de que el éxito de Frankenstein lo relegase definitivamente al cine de terror.

Otro de los momentos magistrales de Scarface:
Poppy rechaza el fuego de Johnny en favor del de Tony


Aunque, volviendo a la vena cómica del director a la que aludíamos más arriba, el sentido del humor ya está presente en una película tan violenta como Scarface, manifestándose sobre todo a través del personaje de Angelo (Vince Barnett), especie de donaire del Siglo de Oro trasplantado al Chicago de la Ley seca. Pero es que, siguiendo en esa misma línea, el propio Paul Muni compuso un gánster que, visto a día de hoy, tiene muchísimo de caricaturesco: su modo de hablar, el mal gusto en la forma de vestir o, incluso, la escasa cultura de la que hace gala arrojan una imagen del protagonista completamente grotesca. Desde luego, estamos ante uno de los criminales más esperpénticos de la historia del cine (y baste, para confirmarlo, la actitud irrisoria que adopta, implorando clemencia, en la última escena).

Lo cual nos hace volver al punto de partida: "What are you going to do about it?" preguntaban los autores al inicio del filme. Pues bien: al margen de lo que hicieran los políticos o el público, lo que queda claro es qué hizo Hollywood para atajar la lacra del crimen organizado. Y fue ridiculizar la figura del mafioso. No sólo por presentarlo como un hortera con pretensiones y un cateto prepotente, sino sobre todo por la ironía de hacerlo morir a los pies del edificio en cuya cúspide brilla el anuncio luminoso en el que puede leerse: "The World is Yours". Otro toque de maestro, con el que se ponía el punto y final a un título mítico del séptimo arte.


No hay comentarios:

Publicar un comentario