Título original: Raznye sudby / Разные судьбы
Director: Leonid Lukov
Unión Soviética, 1956, 107 minutos
Destinos diferentes (1956) de Leonid Lukov |
El cinéfilo despistado que se disponga a ver Destinos diferentes por vez primera tal vez se lleve una sorpresa al comprobar que se trata de un semimusical en color. Y decimos semi- porque apenas contiene dos o tres canciones. Pero, en todo caso, lo que sí que es cierto es que no responde a la imagen previa que solemos tener del cine soviético. De hecho, ni siquiera la ambientación es moscovita, sino que la acción transcurre en Leningrado.
Concebida al amparo del deshielo posterior a la muerte de Stalin en marzo del 53, Raznye sudby planteaba la osadía de hablar abiertamente de sentimientos, algo impensable apenas unos años antes. Las parejas de jóvenes que protagonizan la historia afrontan ilusionadas su incipiente entrada en el mundo de los adultos tras haber completado sus estudios. Ellos se preparan para entrar a trabajar en alguna fábrica y acudir a clases nocturnas para ser algún día ingenieros. Ellas suspiran enamoradas y no siempre correspondidas.
El arranque recuerda levemente al que tendrá Cuando pasan las cigüeñas (1957), que pudo muy bien haber surgido como respuesta dramática a la popularidad alcanzada por la cinta de Lukov. Pero ahí queda todo: a diferencia del lirismo presente en la obra maestra de Kalatozov, la película que nos ocupa no pasa de ser el amable reflejo de disputas familiares entre padres e hijos o insulsas desavenencias conyugales.
La protagonista indiscutible es Tania (Tatiana Piletskaya), mujer voluble de cuyo carácter antojadizo no cesarán de surgir frivolidades de fatídicas consecuencias tanto para ella como para quienes la rodean. Sobre todo para el pobre Fedya (Yulian Panich), que sufrirá lo que no está escrito por culpa de la caprichosa muchacha.
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