viernes, 21 de julio de 2017

Boda accidentada (1943)




Director: Ignacio F. Iquino
España, 1943, 64 minutos

Boda accidentada (1943) de Iquino


Humor blanco para un presente muy negro. Iquino lo tenía claro: el suyo debía ser un cine de evasión, sin mayor objetivo que el de hacer pasar un buen rato al espectador. Por lo menos ésa es la fórmula reconocible en las muchas comedias que rodó en los años cuarenta, generalmente con el auxilio de la misma troupe de actores: Mercedes Vecino y Luis Prendes como protagonistas; Mary Santpere y Paco Martínez Soria como secundarios bufonescos. Y ¿quién iba a ver estas películas? Pues probablemente los mismos que llenaban los teatros del Paralelo barcelonés. Su tono de enredo amable y los cuantiosos números musicales que contienen así lo indican.

Boda accidentada (1943) responde a esos mismos parámetros. Poco importa lo endeble de su argumento ni cuán previsible pueda llegar a ser. Como las demás producciones en serie de la factoría Iquino, fue rodada pensando en un tipo de espectador que lo único que exigía era que lo distrajeran un rato. Desde el minuto uno está clarísimo que Ketty (Mercedes Vecino) se acabará casando con el ocurrente Nico (Luis Prendes) y no con el meapilas de Cándido (Pedro Mascaró), que por algo se llama así. Todo eso es lo de menos: lo compensan los disparates del sabio despistado que interpreta Martínez Soria, quizá excesivo para los gustos de hoy pero seguramente desternillante para la audiencia de aquel entonces.

Paco Martínez Soria como Profesor despistado


Otro punto a tener en cuenta es el mundo reflejado en Boda accidentada: personajes de alta alcurnia, acaudalados hombres de negocios y hasta algún general. Todo lo contrario de lo que sucedía al otro lado de la pantalla: el empobrecido público de la posguerra tenía de este modo la oportunidad de olvidar durante un rato las penurias de la España autárquica. Aunque el hotel de lujo en el que transcurre la acción no fuese más que un decorado de los Estudios Lepanto. Es igual: daba el pego igualmente.

Una comedia, por último, ideológicamente "neutra" (según el criterio imperante en 1943, se entiende). Porque si analizamos la en apariencia candidez de Boda accidentada a la luz de los valores actuales no superaría la prueba del algodón ni de coña: el matrimonio como única meta en la vida (sobre todo para la mujer), una sociedad tremendamente clasista y superficial, cuya máxima ambición es llegar a formar parte de la plutocracia dominante para disfrute de una existencia despreocupada en cócteles y puestas de largo... son sólo algunos de los estereotipos con los que toparán quienes se atrevan a verla a día de hoy.

Mary Santpere como esposa extranjera del Profesor

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