Título original: Korol Lir / Король Лир
Directores: Grigori Kozintsev y Iosif Shapiro
Unión Soviética, 1971, 139 minutos
El rey Lear (1971) de Grigori Kozintsev |
«Es calamidad de estos tiempos que los locos guíen a los ciegos...»
King Lear
Acto IV, Escena I
Como las columnas de mármol pentélico del Partenón, la obra de Shakespeare resiste incólume los envites del tiempo. Engrandecida aún más, si cabe, merced a innúmeras adaptaciones cinematográficas. Terreno éste en el que, si bien es Orson Welles quien quizá se lleve cuantitativamente la palma, conviene tener presentes las colosales aportaciones que en su día hiciera el soviético Grigori Kozintsev, cineasta de origen ucraniano cuya andadura se había iniciado en la etapa muda y que puso el broche de oro a su larga trayectoria rindiendo homenaje a tres monumentos literarios: Don Quijote (1957), Hamlet (1964) y El rey Lear (1971).
Rodada en Estonia a partir de la traducción de Pasternak, el Korol Lir de Kozintsev añade al original shakespeariano una vaporosa luminosidad báltica que enlaza a la perfección con el espíritu levemente senequista del teatro isabelino. Son, al respecto, sobrecogedoras las escenas rodadas frente a las murallas ciclópeas de una antigua ciudadela medieval, con aquella legión de leprosos entre cuyas filas acabarán mezclados un rey demente y su escaso séquito.
El actor estonio Jüri Järvet encarnó al rey Lear |
Contemplando esta última secuencia a uno le viene a la memoria otra película que nada tiene que ver con ésta (al menos aparentemente, pero los recuerdos son así de caprichosos): Lamerica (1994) de Gianni Amelio. Tal vez porque el protagonista experimenta un descenso similar al de Lear, casi adquiriendo una nueva identidad al verse obligado a convivir con los refugiados albaneses. Disparatada o no, es una asociación de ideas que a lo mejor corrobora la vigencia de un drama estrenado a principios del siglo XVII.
En cualquier caso, uno de los puntales de la versión soviética es la banda sonora que compuso Dmitri Shostakóvich, pues a la fuerza de las imágenes viene a sumarse el ímpetu de la partitura. Algo que, por otra parte, no habría sido posible con las directrices anteriores a la celebración del vigésimo congreso del PCUS (1956). Pero el consiguiente deshielo que sucedió a la muerte de Stalin favorecería el desarrollo de un tipo de cine más espectacular y menos ligado al realismo socialista, con producciones históricas, como El rey Lear, en las que era posible leer entre líneas alguna crítica velada a lo que supone el ejercicio del poder.
P. D.: La casualidad quiso que, simultáneamente, se rodase otra versión de la misma obra, en este caso a cargo del británico Peter Brook, quien prescindió totalmente del uso de música incidental, por lo que su King Lear (1971) parece más próximo a planteamientos propios del teatro contemporáneo.
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