martes, 27 de noviembre de 2018

Una llama en mi corazón (1987)




Título original: Une flamme dans mon cœur
Director: Alain Tanner
Francia/Suiza, 1987, 107 minutos

Una llama en mi corazón (1987)


Hará cosa de un par de meses, escuchaba atónito en un espacio informativo de la televisión autonómica catalana la relectura que una experta en no sé qué hacía del popular "Every Breath you Take" de The Police. Según esta buena señora, el tema (compuesto por Sting en 1983) no es la balada romántica que hasta la fecha todo el mundo creía, sino la perturbadora amenaza de un acosador que, en el estribillo, le dice a su víctima aquello tan célebre de "I'll be watching you" ('Te estaré vigilando').

A la luz revisionista de estos replanteamientos tan en boga, me pregunto qué dirán los abanderados del Me Too de una película tan sumamente voluptuosa como Une flamme dans mon cœur. No lo sé y, en cualquier caso, aquí los emplazo para que nos hagan llegar sus opiniones. Lo que sí me consta, y de muy buena tinta, es que para quienes la vieron en el momento de su estreno (hace de esto ya más de tres décadas) la sensualidad desbordada de la protagonista (una despampanante Myriam Mézières que esta tarde presentaba su autobiografía, titulada El sol tiene una cita con la luna, en la Filmoteca de Catalunya) supuso una deleitosa bocanada de aire fresco.



Que, no obstante, deja entrever un poso de tristeza, subrayado por las no menos melancólicas notas de la Sonata nº 1 y la Partita para violín nº 2 de Bach. En efecto, Mercédès es una mujer en apariencia fuerte, pero que alberga una enorme fragilidad en su interior. La misma que la conduce al borde de la depresión y a alimentarse únicamente de cereales cuando uno de sus amantes (el periodista Pierre, al que ha conocido casualmente en el metro y con el que, más adelante, viajará a Egipto) se ausenta, por motivos profesionales, durante una temporada; la misma que, previamente, la había hecho caer bajo el influjo del posesivo Johnny.

El suizo Alain Tanner se sirve de la sobriedad del blanco y negro para confeccionar una estampa tan profunda como impúdica del personaje central, esa hembra de belleza casi animal que, con la única ayuda de un enorme gorila de peluche, es capaz de dejar boquiabiertos, en la impactante escena que tiene lugar en el parisino bulevar Barbès, a los lugareños que se agolpan frente a la sórdida barraca de feria donde actúa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario