martes, 13 de noviembre de 2018

Bergman, su gran año (2018)




Título original: Bergman - ett år, ett liv
Directora: Jane Magnusson
Suecia/Noruega, 2018, 117 minutos

Bergman, su gran año (2018) de Jane Magnusson


En el año de su centenario, nos llega ahora en forma de documental el complemento idóneo para la retrospectiva que la Filmoteca de Catalunya dedicara este verano a Ingmar Bergman. Y son los cines Verdi, en su remodelado local del barrio de Gracia, los que han tenido a bien programar Bergman - ett år, ett liv, de la también sueca Jane Magnusson. A lo largo de sus casi dos horas de metraje, la cinta lleva a cabo un interesantísimo recorrido en torno a la filmografía y, sobre todo, a la personalidad del cineasta nórdico tomando como punto de partida 1957, el año en el que se estrenaron dos de sus obras maestras: El séptimo sello y Fresas salvajes. La tesis central de Magnusson es que, a partir de ese momento, Bergman hablará en sus películas de sí mismo, aunque no siempre lo haga a través del protagonista.

Lo más destacable del filme es que se aleja del habitual tono hagiográfico del que suelen adolecer la mayoría de aproximaciones de este tipo para adentrarse en las luces y sombras de un alma solitaria cuya vida amorosa, plagada de matrimonios e infidelidades, fue un auténtico desastre. En ese sentido, el testimonio de quienes lo conocieron arroja un perfil variopinto, cuando no contradictorio. Para su musa y actriz Liv Ullmann (lo comenta saltándosele las lágrimas), Bergman fue un gran amigo, alguien que jamás le hizo ningún daño. Visión que contrasta vivamente con el retrato que de él hacen quienes padecieron sus iras, caso del actor Thorsten Flinck, a quien Bergman humilló públicamente en 1995 al considerarlo responsable del fracaso de su montaje teatral del Misántropo de Molière.

Hablando con la Muerte durante el rodaje de El séptimo sello


El hermano mayor, con el que no mantuvo muy buena sintonía a lo largo de su vida, afirma en unas viejas declaraciones de archivo que Ingmar fue siempre el preferido del padre, mientras que a él le tocó recibir los palos. De lo que cabría inferir que en Fanny y Alexander (1982), uno de los títulos más autobiográficos del sueco, Bergman estaría encarnado por la niña que contempla impotente cómo el severo Vergerus maltrata al hijastro.

He ahí algunas de las curiosidades que arroja el filme junto con otras mucho más prosaicas, como los trastornos alimentarios del realizador, quien, debido a su delicado estómago, sentía aversión hacia las verduras y una enfermiza predilección por las galletas María. Tampoco acostumbraba a dormir más allá de las cuatro y media de la madrugada, hecho que explicaría su febril y prolífico ritmo de trabajo. Aunque, tal vez para huir de la imagen excesivamente intelectual y hermética que de él se tiene (la misma que incomodó al presentador Dick Cavett durante la emisión en directo de la entrevista que concediese en 1971 para su célebre talk show), Magnusson prefiere cerrar esta particular aproximación con unas declaraciones bastante posteriores y de muy distinto tono: poco antes de su fallecimiento, el 30 de julio de 2007, le preguntan a Bergman si el 57 fue realmente su gran año. Él, tras contestar que no, se remueve en el asiento y, después de disculparse por salir momentáneamente del encuadre, añade con cierta sorna: "Perdón: es que se me había entumecido el culo..."

Con Bibi Andersson y Victor Sjöström en Fresas salvajes

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