sábado, 24 de noviembre de 2018

Los estigmatizados (1922)




Título original: Die Gezeichneten
Director: Carl Theodor Dreyer
Alemania, 1922, 84 minutos

Los estigmatizados (1922) de Carl Th. Dreyer


Uno de los títulos menos divulgados de Dreyer sea quizá esta cinta rodada en Alemania, pero que situaba su acción en los pogromos que tuvieron lugar en la Rusia zarista hace ahora exactamente cien años. Tema en apariencia insólito tratándose de la obra de un cineasta danés, si bien muestra bien a las claras cuál era el caldo de cultivo del antisemitismo imperante en buena parte del continente europeo.

El guion, basado en la novela homónima de la también danesa Aage Madelung, tomaba como referencia la historia de amor imposible entre la ingenua Hanne-Liebe (Polina Piekowskaja) y su vecino Fedja (interpretado por el futuro director Richard Boleslawski). Su relación, narrada desde la más tierna infancia, cuando son apenas dos mocosos que se dedican a robar las manzanas de algún huerto cercano, deberá superar no pocos obstáculos a lo largo de toda una vida en el contexto de las persecuciones orquestadas desde el poder contra el pueblo hebreo.

Hanne-Liebe (derecha) con su hermano Jakow (Vladimir Gajdarov)


Tal vez por la visión que ofrece de los judíos, sucesivamente, como víctima propiciatoria de la intolerancia zarista, cristiana e incluso soviética, Los estigmatizados se convirtió muy pronto en una película cuyo visionado debía de resultar enormemente incómodo para la mayor parte de sectores de una sociedad dispuesta a culpabilizarlos de todos los males que la aquejaban. Lo cual explicaría, hasta cierto punto, que se hubiese retirado de la circulación durante décadas, hasta que el Danske Filminstitut, en colaboración con la Cinémathèque de Toulouse, decidieron rescatarla para su restauración.

Rodada con el concurso de un elenco de actores internacional, Die Gezeichneten habla sin tapujos tanto de traidores de la causa revolucionaria como de espías infiltrados en uno u otro bando. Así pues, destaca la presencia en el reparto de esos monjes con aire de Rasputín que son, en realidad, confidentes de la policía dispuestos a abortar mediante sus delaciones las actividades de los subversivos.


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