viernes, 16 de noviembre de 2018

Los amantes crucificados (1954)
















Título original: Chikamatsu monogatari
Director: Kenji Mizoguchi
Japón, 1954, 102 minutos

Los amantes crucificados (1954) de Mizoguchi

Mizoguchi, que no dejó de acusar al hombre de una debilidad de origen, en esta ocasión encuentra el absoluto del amor como último revelador de la naturaleza humana. Ninguna revolución radical en su trayectoria. La evidencia de que existe la belleza de los sentimientos.

Noël Simsolo
Cahiers du cinéma
Traducción de Antonio Francisco Rodríguez

Más estilizada que en ocasiones anteriores, la puesta en escena que Mizoguchi ideó para llevar a la pantalla Los amantes crucificados (1954) destaca por la minuciosidad con la que los acontecimientos fluyen ante nuestros ojos, siempre en aras de que el romance entre Osan y Mohei no sea percibido como una transgresión, sino más bien como el idilio frustrado de dos seres puros.

Con todo y con eso, la visión del suplicio de otra pareja de adúlteros al inicio del filme nos anuncia cuál va a ser el destino inexorable de los protagonistas, por lo que su huida, como los granos de un reloj de arena, no es más que una forma de dilatar la agonía que los atenaza. O como afirma Simsolo en otro momento del texto que antecede estas líneas: "Cada segundo es un aplazamiento sensual respecto a la muerte".



El título original de la cinta —Chikamatsu monogatari, es decir, "Una historia de Chikamatsu" (dramaturgo nipón que vivió a caballo entre los siglos XVII y XVIII)— pone de manifiesto hasta qué punto bastaba con mencionar el apellido del denominado Shakespeare japonés para que ello sirviese de reclamo publicitario.

Sea como fuere, y a la luz de la magnificencia de los filmes del tramo final de su carrera, es la maestría de Mizoguchi la que se acaba imponiendo, sobre todo cuando se sirve de dicha pericia para denunciar la intolerancia de una sociedad corrupta (representada en la película por el acaudalado y obtuso Ishun, aunque su terquedad sería igualmente extensible a otras épocas y lugares) incapaz de percibir la belleza de una pasión sincera ni de respetar la voluntad de los enamorados.


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