Título original: Le bal
Director: Ettore Scola
Francia/Italia/Argelia, 1983, 112 minutos
La sala de baile (1983) de Ettore Scola |
Ya el mítico Murnau, en la no menos legendaria edad del cine mudo, ensayó un tipo de filme total encaminado a liberar al espectador de la servidumbre tediosa y molesta de los intertítulos que periódicamente interrumpían el metraje para ilustrar lo que estaba sucediendo en pantalla. Una forma de narrar que elevase el cinematógrafo a la categoría de arte de la imagen, cuyo resultado más notable sería El último (Der letzte Mann, 1924) y que dio en denominarse, bajo la influencia de las innovaciones escénicas introducidas por Max Reinhardt, Kammerspiel o Kammerspielfilm. Con la llegada del sonoro, el cine iría paulatinamente cubriéndose de oropeles innecesarios en forma de verborrea o intrusiva música incidental que subrayase los estados de ánimo de los personajes. Situación que alejaba al séptimo arte de su ideal propensión a servirse de la imagen como principal recurso expresivo.
No obstante, a lo largo de estos noventa años de cine hablado ha habido periódicamente, aquí y allá, directores que se han desmarcado de la tendencia general dando a luz geniales regresiones al encanto primitivo de la fuerza visual de las imágenes. Ahí están, para probarlo, monumentos de la talla de 2001 (con sus apenas cuarenta minutos de diálogo en una película de dos horas y media) o tantos momentos de la filmografía de Hitchcock en los que se prescinde de la palabra para incrementar la sensación de suspense.
Le bal, del italiano Ettore Scola, se encuadra claramente en ese mismo planteamiento: el reto de contar cincuenta años de historia europea sin pronunciar un solo vocablo ni abandonar el reducido espacio de una sala de baile. Los actores, perfectamente caracterizados, cada uno de ellos, según el perfil psicológico que encarnan (la reprimida, el arrogante, el jovencito atildado, la dama otoñal que se resiste a envejecer...), danzan al son de las canciones más representativas de cada período, desde el icónico "J'attendrai", en versión de Rina Ketty o con los arreglos discotequeros que Wladimir Cosma concibió para la ocasión, hasta el "Only You" de los Platters o Michelle de los Beatles.
Obra de un gran observador, Le bal contiene infinidad de referencias generacionales o políticas (la victoria del Frente Popular, la llegada de la Coca-Cola, la guerra de Argelia, el mayo del 68...) y cinéfilas, caso del actor que aparece ataviado como Jean Gabin en Pépé le Moko (1937) o, más tarde, en inevitable alusión al comisario Maigret (1958). Fascismo, guerra, desarrollo del modelo capitalista: no hay un solo instante de la evolución histórica del continente que, directa o indirectamente, no aparezca reflejado, tal y como previamente hiciera en su espectáculo el hoy extinto Théâtre du Campagnol del escenógrafo Jean-Claude Penchenat, quien también participó en el guion de la película.
Me encantó esta película que vi hace demasiado tiempo y debo recuperar cuanto antes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues aprovecha, porque en internet está disponible (al menos de momento).
EliminarSaludos.