Director: Joseph Strick
Reino Unido/EE.UU., 1967, 132 minutos
Ulysses (1967) de Joseph Strick |
Solemne, el gordo Buck Mulligan avanzó desde la salida de la escalera, llevando un cuenco de espuma de jabón, y encima, cruzados, un espejo y una navaja. La suave brisa de la mañana le sostenía levemente en alto, detrás de él, la bata amarilla, desceñida. Elevó en el aire el cuenco y entonó:
—Introibo ad altare Dei.
James Joyce
Ulises
Traducción de José María Valverde
16 de junio de 1904: Leopold Bloom lleva a cabo su particular periplo dublinés. Y, con él, Stephen Dedalus. El Ulises fue la novela definitiva, un monumento de tal magnitud y tan sumamente imponente que no ha cesado de generar controversia desde que viera la luz en 1922. Porque si ya hay hasta quien sostiene el carácter intraducible de la obra magna de Joyce, sólo faltaba que algún cineasta intrépido se aventurase a adaptarla a la gran pantalla.
Y ese hombre fue Joseph Strick (1923–2010), nacido en Pennsylvania y fallecido en París, pero que recaló en Gran Bretaña para llevar a cabo la ingente tarea de transformar en imágenes los dieciocho episodios de que consta el texto.
Un repaso somero de los títulos que componen su filmografía confirma de inmediato que a Strick le atraían la literatura de altos vuelos y los retos a partes iguales: The Balcony (1963), sobre una pieza de Jean Genet; Justine (1969, acabada y firmada por George Cukor), a partir de la novela homónima de Lawrence Durrell; Tropic of Cancer (1970), adaptación de la célebre obra de Henry Miller; A Portrait of the Artist as a Young Man (1977), la otra gran narración de James Joyce...
Condensar el Ulysses en apenas dos horas tiene casi tanto mérito como visualizar sus múltiples situaciones. Y, en ese sentido, la adaptación de Strick resulta verdaderamente antológica. No sólo porque logra captar la esencia de esa odisea moderna, sino, sobre todo, por la variedad de estilos que, estando ya presentes en cada capítulo del libro, saltan al celuloide mediante el uso oportuno de la cámara hasta culminar en el portentoso monólogo interior de Molly Bloom (Barbara Jefford) que da rienda suelta a la conciencia de la esposa a lo largo de una noche de insomnio.
Hola Juan!
ResponderEliminarDesde luego no debe de resultar una empresa facil llevar esa obra a la pantalla. Me gusta mucho esa imagen que acompaña la entrada, dan ganas de sentarse en esa barra y pedir una cerveza...jeje
Gracias por el enlace, afortunadamente en youtube siguen apareciendo tesoros.
Saludos!
No es fácil, no: aunque hay que reconocer que esta adaptación es bastante fiel al texto original.
EliminarGracias por tu comentario, Fran.
¡Un abrazo!