viernes, 9 de agosto de 2019

Tres colores: Blanco (1994)



















Título original: Trois couleurs: Blanc
Director: Krzysztof Kieślowski
Francia/Polonia/Suiza, 1994, 92 minutos

Tres colores: Blanco (1994)
de Krzysztof Kieślowski

Aparte de ser la segunda entrega de la trilogía Tres colores de Kieślowski, Blanco es también, casi con toda probabilidad, una de las películas más contradictorias que jamás se hayan filmado, puesto que, a pesar de su título, el sentido del humor que destila la trama es bastante negro...

Y es que el cineasta polaco, que en Azul había planteado una puesta en escena muy francesa, volvió con Blanco al universo que mejor conocía: el de su país natal, en este caso tras la caída del Muro y posterior irrupción de un cruento neoliberalismo sin escrúpulos que todo lo impregna y todo lo domina.



Llamarse Karol Karol (Zbigniew Zamachowski) y regresar a Polonia dentro de un baúl ya son suficientes indicios para hacerse una idea aproximada de cómo es el protagonista de esta historia. En París, su esposa Dominique (Julie Delpy) solicita el divorcio alegando que no se ha consumado el matrimonio. Aun así, Karol, peluquero de profesión al igual que su ex, continúa enamorado de ella, por lo que finge su propia muerte con la esperanza de volver a verla. Aunque, por una extraña carambola del destino, es Dominique quien termina en una prisión polaca.

Pero, volviendo al tema del humor negro al que antes aludíamos, son muchos los detalles que acercan este filme al particular universo de directores españoles como Berlanga (por la visión crítica y sarcástica de una sociedad irremediablemente corrupta en la que el igualitarismo socialista ha dado paso al "sálvese quien pueda") o incluso el Antonio Mercero de La cabina (de hecho, hay un momento en el que Karol a punto está de acabar como José Luis López Vázquez en aquel mítico cortometraje).


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