Título original: The Little Prince
Director: Stanley Donen
Reino Unido/EE.UU., 1974, 88 minutos
El pequeño príncipe (1974) de Stanley Donen |
Las personas mayores me aconsejaron que dejara a un lado los dibujos de serpientes boas abiertas o cerradas y que me interesara un poco más en la geografía, la historia, el cálculo y la gramática. Así fue como, a la edad de seis años, abandoné una magnífica carrera de pintor. […] Las personas mayores nunca comprenden nada por sí solas y es cansador para los niños tener que darles siempre y siempre explicaciones. Debí, pues, elegir otro oficio y aprendí a pilotar aviones. Volé un poco por todo el mundo. […] Tuve así, en el transcurso de mi vida, muchísimas vinculaciones con muchísima gente seria. Viví mucho con personas mayores. Las he visto muy de cerca, aunque no ha mejorado excesivamente mi opinión sobre ellas...
Antoine de Saint-Exupéry
El Principito
Traducción de Bonifacio del Carril
En unas declaraciones incluidas en los extras del DVD de El Mago de Oz (The Wizard of Oz, 1939) el productor Mervyn LeRoy hacía especial hincapié en que si había invertido tanto entusiasmo (y tantos dólares) en hacer realidad aquel proyecto era porque creía firmemente en la necesidad de rodar una película que después pudiese ver con sus hijos. Y es ese mismo empeño el que debió de mover a un director consagrado de la talla de Stanley Donen a sacar adelante la nada fácil adaptación de Le petit prince.
Es curioso, porque la obra cumbre del francés Antoine de Saint-Exupéry (1900–1944) tiene muchos puntos en común con la de L. Frank Baum, aunque sólo sea por las enormes dosis de imaginación en ambas contenidas. Pero también por sus muchos valores, siendo la pureza de la infancia, única y verdadera patria de todo hombre de bien que se precie, el más destacable.
Y algo parecido puede decirse del libro y de la singular lectura, en clave de musical, llevada a cabo por el tándem Lerner-Loewe. Como todo el mundo sabe, la en apariencia sencillez del texto encierra, sin embargo, una profundidad de lo más trascendente. Y eso mismo es lo que consigue Donen con su puesta en escena al traducirlo en imágenes: recrear un universo de planetas minúsculos y seres insólitos mediante recursos que rehúyan el más mínimo atisbo de aparatosidad.
Buena prueba de ello es el uso de lentes esféricas para crear la sensación de que el encuadre se corresponde con las reducidas dimensiones de cualquiera de los mundos visitados por el protagonista. O, en el plano coreográfico, ver a Bob Fosse encarnando a una boa (bajo el tórrido sol de Túnez) sin que ello vaya en detrimento de la credibilidad de su personaje. Todo lo contrario: tanto el bailarín como Gene Wilder en el papel de zorro logran aprehender a la perfección el carácter de los animales que interpretan. Quizá porque, como revela este último, "sólo vemos con el corazón, ya que lo esencial es invisible para los ojos..."
Según dicen, Michael Jackson se inspiró en Bob Fosse... |
Hola Juan!
ResponderEliminarSe que la vi pero apenas la recuerdo. Interesantes los datos que cuentas. Algo lei acerca de esa supuesta inspiración de Jackson.
Saludos!
A mí me parece una obra maestra y un excelente ejemplo de cómo hacer, con pocos medios, una gran película, original e imaginativa.
EliminarPuede que Michael Jackson fuese bueno en su estilo, pero Bob Fosse era sencillamente genial.
Gracias por comentar y hasta pronto.