Título original: Lola et ses frères
Director: Jean-Paul Rouve
Francia, 2018, 105 minutos
Lola y sus hermanos (2018) de Jean-Paul Rouve |
Tras Les souvenirs (2014), que ya tuvimos ocasión de comentar en su momento, el actor y director Jean-Paul Rouve vuelve a la carga con otra comedia, de nuevo coescrita junto a David Foenkinos, y esta vez centrada en las siempre complejas relaciones entre hermanos. De hecho, casi podría decirse que Lola et ses frères son, en realidad, tres películas simultáneamente, puesto que cada uno de los personajes deberá afrontar sus propios contratiempos.
Benoît (Jean-Paul Rouve) es el mayor y también el más tiquismiquis: sin apenas sentido del humor, propietario de una óptica, casado por tercera vez y no muy entusiasmado ante la idea de ser padre. En cambio Pierre (José Garcia) está separado, tiene un hijo muy intelectual y trabaja demoliendo edificios, aunque un error de cálculo hará que pierda su empleo. Por último, Lola (Ludivine Sagnier) es abogada experta en divorcios y acaba de iniciar una relación con uno de sus clientes.
A pesar de lo diferentes que son unos de otros, lo cierto es que suelen darse cita en el cementerio alrededor de la tumba de sus padres, donde llevan a cabo una especie de terapia fraternal consistente en reprocharse y echarse en cara sus muchas discrepancias. Tanto es así, que llegarán a establecer una peculiar relación con el señor (Jacques Boudet) que va a diario a visitar a su difunta esposa y que los observa sorprendido sin acabar de entender el porqué de tantas desavenencias.
Por la forma de plasmar los vínculos familiares, Lola et ses frères podría recordar, en determinados momentos, a otros títulos franceses de similares características, tales como, por ejemplo, Le premier jour du reste de ta vie (2009) de Rémi Bezançon o cualquiera de los filmes escritos y protagonizados por el matrimonio Agnès Jaoui/Jean-Pierre Bacri.
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