lunes, 2 de enero de 2017

Frantz (2016)




Director: François Ozon
Francia/Alemania, 2016, 113 minutos

Frantz (2016) de François Ozon


Lo nuevo de François Ozon puede descolocar por un instante si uno se planta en la sala de proyección sin más: rodada en blanco y negro y ambientada a principios de los años veinte, la primera media hora de película está hablada íntegramente en alemán. Algún despistado podría pensar que se ha equivocado de sala o que han repuesto La cinta blanca de Haneke. Pero no: a pesar del aparente cambio de registro, Ozon sigue siendo fiel a sí mismo. Y, aunque sea la primera vez que se enfrenta a una producción de época o que filma escenas de guerra, su universo personal se mantiene en realidad intacto.

Lo cual tiene mérito, porque Frantz es la adaptación libre de Broken Lullaby, dirigida en 1932 por Ernst Lubitsch y que aquí se tituló Remordimiento. A su vez, el director alemán afincado en Hollywood se había basado en El hombre que maté, una obra de teatro de Maurice Rostand. En manos de François Ozon todo este material ha dado pie a lo que él mismo califica de bildungsroman o 'historia de aprendizaje', sólo que desplaza el punto de vista hacia la chica: Anna (Paula Beer) deberá sobreponerse a la muerte de su prometido, no sin antes sentir la atracción que provoca en ella el misterioso Adrien (Pierre Niney), el joven francés que acude al cementerio para visitar la tumba de Frantz.

Hay que decir, en honor a la verdad, que son varias las ocasiones en las que se juega con el espectador, confundiéndolo, haciéndole creer lo que no es para luego sacarlo de su error. En ese aspecto, la relación entre Frantz y Adrien es descrita en unos términos que podríamos calificar de ambiguos, alentando de esta manera una morbosidad que al fin y a la postre se demostrará inexistente.



Son contadas las ocasiones en las que se utilizará el color y siempre con un valor expresivo: la música, los recuerdos felices, los instantes de dicha lo harán aflorar, en claro contraste con la realidad gris que viven los personajes. Unos seres obsesionados con el recuerdo del hijo o prometido muerto en el frente, un poco en la línea de películas como Rebeca de Hitchcock, en las que un difunto no sólo da nombre a la historia sino que su omnipresencia condiciona todo lo que hacen los vivos.

En el apartado técnico destaca la colaboración (una vez más) del compositor Philippe Rombi, autor de la banda sonora de la mayor parte de la filmografía del cineasta galo, así como de Feliz Navidad (Joyeux Noël, 2005) de Christian Carion, título emparentado temáticamente con Frantz por lo que tiene de reconciliación entre franceses y alemanes con el telón de fondo de la Primera Guerra Mundial.


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