domingo, 8 de enero de 2017

El año más violento (2014)




Título original: A Most Violent Year
Director: J.C. Chandor
EE.UU./Emiratos Árabes Unidos, 2014, 125 minutos

El año más violento (1981) de J.C. Chandor


A veces hay maneras de promocionar una película que, debido al afán de captar su atención para que vaya a verla, lo que hacen en realidad es despistar al espectador. Eso de que el año 1981 fue el más violento de la historia no deja de ser una chorrada como otra cualquiera. Sobre todo teniendo en cuenta que, a la hora de la verdad, es un detalle que para nada afecta a la trama de A Most Violent Year. En todo caso, es el año más violento en las vidas de la pareja protagonista. Pero nada más. 

Porque la historia que se nos cuenta es muy distinta. Tiene que ver con el afán por abrirse camino en la competitiva sociedad americana, en especial si eres inmigrante; con la falta de escrúpulos o la delgada línea que separa lo que se puede considerar lícito de la inmoralidad más repugnante. En una palabra: de lo difícil que es poder confiar en alguien cuando están en juego la supervivencia y muchos millones de dólares.



Tras quedar descartada la participación de Javier Bardem, el guatemalteco Oscar Isaac se hizo con el papel principal, el del empresario de origen hispano Abel Morales (su nombre es un juego de palabras: able ['talentoso'] y moral), quien, junto a su esposa Anna (Jessica Chastain), deberá hacer frente a los continuos atracos que padecen sus camiones cisterna. Aunque antes de llegar a averiguar quién le roba el gasóleo, a Morales se le complicará la vida debido a la compra de unos terrenos, al tiempo que se verá también acosado por un fiscal (David Oyelowo) obsesionado con demostrar que sus negocios infringen la ley. Cosa en la que, por otra parte, probablemente tenga razón, porque éste no es el típico cuento de buenos y malos.

En líneas generales, El año más violento es un filme de una factura sobria, más que correcta, en la que destaca la fotografía de Robert Levi y Bradford Young, capaz de dotar a las imágenes de esa pátina amarillenta que pretende hacernos viajar hasta el año 81 (fuese el más sanguinario o no). Lo que ya no convence tanto es que parezca que sea obligatorio imitar a Pacino o a Robert De Niro (ella, a su vez, recuerda muchísimo a la Michelle Pfeiffer de El precio del poder) cuando la acción se sitúa en los ambientes mafiosos del Nueva York de los ochenta. Se entiende que hay mucho de referencia cinéfila en la interpretación de los actores, pero su trabajo sin duda habría salido ganando de haber optado por recrear un universo propio.


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