Director: José María Forqué
España, 1970-72, 88 minutos
El triangulito (1972) de J.M. Forqué |
El triangulito es una de esas atrevidas películas que dio a luz el cine español a partir de los años setenta inspiradas en el morbo de alguna fantasía machista y que sólo se pueden entender en el contexto de una sociedad enfermizamente reprimida durante décadas. Debería, por tanto, alinearse junto a producciones como Tamaño natural (1974), rodada en Francia por Luis García Berlanga, o El anacoreta (1976) de Juan Estelrich.
Escrita por Jaime Silas, los referentes de esta película son, sin embargo, americanos. En concreto, salta enseguida a la vista la impronta de El apartamento (The Apartment, 1960) de Billy Wilder. Estaríamos, por tanto, ante un intento de adaptar a la realidad nacional ese tipo de comedia ácida en la que se cuestionan determinados convencionalismos sociales (de un modo especial los que afectan a la sexualidad) al tiempo que se ridiculiza la hipocresía que a menudo preside las relaciones humanas. Aunque hay también algún homenaje a Chaplin: la escena en la que Laura, Sabino y Lázaro pernoctan en el interior de los almacenes disfrutando de sus instalaciones es una alusión directa a Tiempos modernos.
Probablemente la censura debió imponer muchas trabas a un proyecto como éste. De hecho, El triangulito tardó dos años en estrenarse. O tal vez la sociedad española de aquel entonces era en exceso mojigata como para asimilar una película que plantea abiertamente la relación consentida a tres bandas de los ejecutivos de ventas de unos almacenes de muebles llamados irónicamente "La felicidad". Aun así, hay que admitir lo impecable de la puesta en escena, con una Barcelona radiante de telón de fondo fotografiada en color por Cecilio Paniagua y unos decorados de Juan Alberto Soler que transmiten a la perfección la idea de modernidad. Algo a lo que también contribuye en buena medida la banda sonora de Adolfo Waitzman (y su tema central, cantado por Ana Belén).
¿Kim Novak? ¡No: es Dyanik Zurakowska! |
Ciertamente, el paso del tiempo le ha sentado bien a El triangulito. A día de hoy, después de tantas transformaciones que ha vivido el país, después del cine de Almodóvar, lo supuestamente escandaloso que hubiese en ella pasa a un segundo plano para dejar vía libre a la belleza exótica de Dyanik Zurakowska, la vis cómica de Fernando Fernán Gómez y Gérard Barray y el diseño entre pop y futurista de algunos de los muebles y decorados. Y, sobre todo, al verdadero tema que planea sobre las vidas de los tres protagonistas: la profunda soledad de unos seres inmersos en una rutina que les desagrada y de la que no saben muy bien cómo escapar.
¿Tony Curtis? ¡No: es Gérard Barray! |
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