Título original: Heaven's Gate
Director: Michael Cimino
EE.UU., 1980, 216 minutos
La puerta del cielo (1980) de Michael Cimino |
La que pasa por ser una de las producciones más catastróficas de la historia del cine alcanza las casi cuatro horas de duración en el montaje avalado por el director, un Michael Cimino que vio truncada su carrera a causa del fracaso comercial de Heaven's Gate. Son muchas las leyendas que rodean el rodaje de la película que, en teoría, había de consagrarlo definitivamente tras la notoriedad alcanzada dos años antes gracias a El cazador. Se dice, por ejemplo, que fueron muchos los animales maltratados durante la filmación; o que la United Artists se opuso en un principio a contratar a Isabelle Huppert para el papel de Ella, alegando que no era lo suficientemente atractiva. Se ha llegado a decir, incluso, que si el alquiler de los terrenos utilizados para el rodaje era tan caro es porque el propietario era ni más ni menos que el propio Cimino…
En todo caso, algunas de esas leyendas urbanas servirían tal vez para explicar por qué un filme presupuestado originalmente en siete millones y medio de dólares se disparó hasta los cuarenta. De lo que no cabe duda es del afán perfeccionista del cineasta, así como de su carácter maniático, muy en la línea de Stanley Kubrick: repetición de tomas hasta la saciedad, decorados construidos y destruidos a capricho, enfrentamientos continuos con algunos de los actores... En fin: un infierno.
¿Valió la pena tanto derroche? Que La puerta del cielo es una obra monumental queda fuera de toda duda. Ahora bien (y respetando la opinión de quienes la consideran una obra maestra): en general da la impresión de que hay muchos detalles por pulir; que quizá se podría haber profundizado en el triángulo amoroso entre Averill (Kris Kristofferson), Ella y Nate (Christopher Walken); en definitiva, que, sin alargar tanto las escenas, se podía haber acabado contando la misma historia. Seguramente es cuestión de gustos, ¿quién sabe?, aunque, de todas formas, Heaven's Gate reúne todas las condiciones para ser una película de culto en toda regla.
Por lo pretencioso de su estilo, conecta con Days of Heaven (1978) de Terrence Malick, aunque también es posible rastrear la influencia de Orson Welles: aparte de la presencia de Joseph Cotten en un breve papel al principio, la puesta en escena de la batalla recuerda a la de Campanadas a medianoche. Y ¿qué decir de esos tiroteos inacabables y excesivos? Pues que hacen pensar en Grupo salvaje o en El Padrino.
Por último, no quisiéramos acabar sin llamar la atención sobre lo oportuno de la historia que sirve de telón de fondo. Todos esos próceres de la patria dispuestos a confeccionar, en 1890, una larga lista negra con los nombres de los inmigrantes que deben ser liquidados, la lucha entre terratenientes partidarios de los grandes rebaños y los colonizadores de origen europeo más inclinados al establecimiento de granjas y al cultivo de la tierra, nos recuerdan que los movimientos migratorios no son ninguna novedad sino más bien una constante histórica y, en esa misma línea desmitificadora, ponen de manifiesto que un personaje tan sumamente reaccionario como Donald Trump no ha salido de la nada.
Michael Cimino (izquierda) y Kris Kristofferson |
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