Título original: Le crime de Monsieur Lange
Director: Jean Renoir
Francia, 1936, 80 minutos
¿Qué tendría 1936 cuando dos películas estrenadas justo ese año, de dos de los cineastas más importantes de la historia, acaban con una pareja avanzando de espaldas hacia el horizonte? De entrada, una efervescencia social y política que sugirió la misma metáfora a Chaplin y a Renoir a la hora de expresar en imágenes la idea de esperanza.
Podría pensarse que el final de Modern Times se inspira en el de Le crime de Monsieur Lange (¿acaso no plagió Chaplin la cadena de montaje de À nous la liberté de René Clair?), aunque el mes exacto que separó el estreno de cada una (24 de enero la francesa y 25 de febrero la producción americana) no parece tiempo suficiente para ello.
En todo caso, y al margen de la coincidencia, el largo flashback mediante el que Valentine (Florelle) relata a la concurrencia los motivos por los que Amédée Lange (René Lefèvre) mató al perverso Batala (Jules Berry) no deja de ser una forma irónica de justificar el asesinato de un patrón en tiempos del Frente Popular. A fin de cuentas, la historia que conocemos es la versión que da la muchacha de lo ocurrido y, por tanto, susceptible de ofrecer un punto de vista interesado en el que se alteren sensiblemente los hechos con tal de salir impunes de la acusación. Lo curioso es que ni a los parroquianos que la escuchan ni a nosotros mismos parece importarnos demasiado, de manera que se da por sentado que realmente Batala cometió tales y tantas tropelías que su muerte queda más que justificada en un acto de justicia poética.
Lo cual nos viene de perlas para terminar recordando que fue precisamente un poeta, el inmortal Jacques Prévert, quien colaboró en la escritura del guion de este clásico del cine francés por el que no pasan los años.
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