miércoles, 18 de julio de 2018

Fedora (1978)




Director: Billy Wilder
Alemania/Francia, 1978, 116 minutos

Fedora (1978) de Billy Wilder


Lo que Billy Wilder intentó llevar a cabo en Fedora fue un proyecto tan delicioso como suicida. Algo así como si a un Luis XIV redivivo le hubiese dado por aplicar sus precisas normas de protocolo en un McDonald's. No podía funcionar y él era consciente. Por eso, sabedor de que los tiempos habían cambiado, le hará decir al personaje de William Holden aquello de: "¡Ahora el cine está en manos de jóvenes barbudos que no necesitan guion ni nada, sólo una cámara con zum!"

El penúltimo filme de Wilder adquiere, por tanto, desde el principio un inequívoco aire de canto de cisne en el que se establece un diálogo entre la decadencia del presente y el esplendor de la época dorada del sistema de estudios. De ahí que las alusiones a El crepúsculo de los dioses (1950) sean continuas, comenzando por un William Holden otoñal que también había participado en aquel otro rodaje y siguiendo con su partenaire femenina, personaje cuya identidad se diluye entre una madre y una hija y que ya no será el fantasma viviente que fue Gloria Swanson, sino una amalgama de referencias más o menos inspiradas en Greta Garbo, Marlene Dietrich y otras grandes damas del Hollywood clásico.



El puertorriqueño José Ferrer en el papel del un tanto mefistofélico doctor Vando o Henry Fonda y Michael York haciendo de sí mismos acaban de darle el necesario toque glamuroso al reparto de una cinta que, en principio, estaba destinada a ser difundida como telefilme (lo cual se nota en su puesta en escena) y que sólo por cuestiones de falta de acuerdo entre Lorimar Productions y la CBS se acabaría estrenando en salas comerciales con una pobre acogida de público.

Rodada en localizaciones de Grecia, París y los estudios Bavaria de Munich, Fedora también supondría la última vez que Billy Wilder tuvo ocasión de trabajar en su país de origen (la película, de hecho, fue una coproducción entre Alemania y Francia). Un director, Wilder, mejor valorado en Europa que en América y al que ya le había costado Dios y ayuda encontrar financiación para su anterior proyecto (Avanti!, 1972), una comedia al viejo estilo que se filmaría íntegramente en Italia. 

Viejo, clásico, dorado... son precisamente palabras que se repiten mucho al hablar de una época mítica que tocaba a su fin. Quizá por ello, en uno de los numerosos flashback del filme veremos a la protagonista trabajando en una producción imaginaria de 1947 titulada Leda y el cisne (el marcado acento de su director en el plató, por cierto, haría pensar en una posible alusión al húngaro Michael Curtiz); tal vez sea ése el motivo de que Fedora, nombre evocadoramente mitológico por su similitud fonética con Pandora, fuese el elegido para bautizar al etéreo personaje central; pero, en cualquier caso, lo que sí que está claro es que Henry Fonda, en su papel de Presidente de la Academia (cargo que jamás llegó a ocupar en la vida real) sabe lo que se dice cuando ella le comenta que "ya no se hacen películas sobre mujeres" y él le responde: "Eso es porque ya no quedan mujeres como usted..."


2 comentarios:

  1. Es tan interesante como fallida, casi una versión empobrecida de "El crepúsculo de los dioses".

    Saludos.

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    1. Sí, de acuerdo. Aunque teniendo en cuenta los casos de otros cineastas (como lo que hace Polanski en su última película), también es comprensible que los grandes directores estén siempre a vueltas con las mismas obsesiones.

      Gracias por comentar y buen verano,
      Juan

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