lunes, 9 de julio de 2018

La número uno (2017)




Título original: Numéro une
Directora: Tonie Marshall
Francia, 2017, 110 minutos
La número uno (2017) de Tonie Marshall


En su afán por mostrar el arrojo de una ejecutiva que intenta abrirse camino en un mundo de hombres, Numéro une incurre en todos los tópicos habidos y por haber: superficialidad, pedantería, gratuidad... De lo primero y lo segundo da muestras inequívocas al servirse, a estas alturas, del Adagietto de la 5ª de Mahler como música incidental, como gratuito es incluir unos segundos del cuerpo sumergido de Shelley Winters procedentes de La noche del cazador. Y no es que le falte razón a Tonie Marshall en lo que dice a través de sus personajes, no: simplemente es un tema de mesura, de no haber sido capaz de profundizar en la verdadera esencia de lo que representa la lucha por el poder en un ámbito tan sumamente competitivo como el de la dirección de las grandes multinacionales.

No en vano, al final de la película los títulos de crédito nos dan en cierta medida la clave al revelar el patrocinio de Coca-Cola y Axa, lo cual explica, hasta cierto punto, que lo que podía haber sido una ocasión inmejorable de entonar el « J'accuse ! » del feminismo del siglo XXI no haya pasado de simple pretexto para el postureo inofensivo de un más que discutible modelo femenino.

Emmanuelle y el astuto Beaumel (Richard Berry)


Véase, si no, la secuencia en la que Emmanuelle (Emmanuelle Devos) cena con una delegación de directivos chinos y no sólo se comunica con ellos en fluido mandarín, sino que, además, se atreve a entonar una canción tradicional en dicha lengua, lo que hará que el restaurante en pleno la ovacione. Abrumador despliegue de habilidades por parte de la protagonista que, lejos de humanizarla, la aleja de nosotros por lo repelente de su perfección.

Cabe la posibilidad de que sea justamente eso lo que la directora haya pretendido dar a entender: que, para triunfar, a una mujer a menudo se le exige que sea perfecta en todo lo que hace. Aunque, de ser ésa su intención, quizá habría resultado más efectivo incidir en las debilidades del personaje, tímidamente apuntadas a través de su relación con el padre (Sami Frey), un frágil profesor de filosofía que languidece en la sala de un hospital.

Padre (Sami Frey) e hija

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