Director: Joaquín Bollo Muro
España, 1966, 81 minutos
De barro y oro (1966) de Joaquín Bollo Muro |
Pese a tratarse de una cinta teóricamente concebida para el lucimiento de la pareja artística y sentimental que formaban Dolores Abril y Juanito Valderrama, lo cierto es que De barro y oro puede deparar más de una sorpresa a quien, movido por algún que otro prejuicio, espere encontrarse con la típica película folclórica de tomo y lomo.
Porque, ya de entrada, en los títulos de crédito —rodados, según una costumbre bastante habitual en la época, en la Gran Vía madrileña— destaca sobremanera el nombre del novelista Juan García Hortelano como coguionista. Una firma de prestigio que dejó su huella en no pocos detalles, como esa cita del poeta Walt Whitman que aparece sobreimpresa justo antes de que dé comienzo la acción para aclarar el porqué del título y que a continuación reproducimos:
La historia de Manuel (Manuel San Francisco) es la del típico maletilla que el cine español de aquellos años explotó hasta la saciedad: la del joven pueblerino que llega a la capital cargado de ilusiones pero sin blanca y que deberá enfrentarse a mil y una adversidades con tal de abrirse camino en el difícil mundo del toreo. No en vano, el personaje interpretado por Juanito Valderrama —un cantaor menesteroso y algo borrachín, aunque buena gente— tiene muy claro que ser matador "es lo más importante que se puede ser en este país" (minuto 55).
Juan sabe de lo que habla: por algo quiso hacerse torero en su juventud, llegando a ser amigo de Manolete, quien estuvo a punto de llevárselo a Méjico con él. Pero, como no tuvo suerte, ahora intentará resarcirse haciendo lo imposible para que Manuel triunfe. Y aunque sueña con ser su apoderado, hay algo premonitorio en los versos de una de las coplas que canta: "Castillos he visto yo abatidos por la tierra. ¡Ay, que nadie se tenga por grande! ¡Ay, que el mundo da muchas vueltas!" (Minuto 38).
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