domingo, 5 de febrero de 2017

Teresa de Jesús (1962)












Director: Juan de Orduña
España, 1962, 128 minutos


Nada te turbe, nada te espante;
todo se pasa, Dios no se muda;
la paciencia todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene nada le falta.
Sólo Dios basta...

Tal vez es que para 1962 ya se había pasado la época de las grandes superproducciones históricas, pero lo cierto es que, por su factura, la Teresa de Jesús de Orduña y la Bautista parece más una entrega del televisivo Estudio 1 que no una película cinematográfica. Aun así, desfiló por ella la práctica totalidad del star system patrio, interpretando pequeños papeles en la mayoría de casos, desde Gracita Morales, hasta Jesús Puente, pasando por Rafael Durán, Alfredo Mayo o José Bódalo.



El objetivo de los guionistas (Mur Oti, Pemán y Antonio Vich) fue centrarse más en la mujer que no en la santa, de ahí que en el título se prescindiese de dicho adjetivo: aquí lo primordial debía ser no tanto su labor literaria o su vertiente mística sino cómo una simple monja de clausura, Teresa de Cepeda y Ahumada, fue capaz de imponerse a las autoridades eclesiales que inicialmente vieron en ella a una hereje. Así pues, las más de dos horas de metraje se dedican a analizar con detenimiento la evolución del personaje, desde sus orígenes como dama de la nobleza castellana, cortejada por jóvenes caballeros que se baten por ella; su posterior ingreso en un convento, donde no siempre congenia con la superiora y, por último, la obtención del permiso papal para refundar la orden del Carmelo y extenderla por todo el reino.

Nada de brazos incorruptos, apenas algún que otro milagro muy de soslayo: es su determinación lo que se subraya en un filme grandilocuente por momentos y más bien ñoño, que dista mucho de la profundidad que años después sabría darle al personaje Concha Velasco bajo la dirección de Josefina Molina.


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