domingo, 12 de febrero de 2017

En la cueva del mago (2016)




Director: Joan Vall Karsunke
España, 2016, 61 minutos

Joan Vall: cineasta de la peculiaridad



Con el de hoy, ya son tres los estrenos de películas de Joan Vall Karsunke a los que hemos tenido ocasión de asistir (siempre en la Sala Laya de la Filmoteca de Catalunya). Y, una vez más, se hace evidente el interés del director catalán por los personajes que se mueven en los márgenes de lo convencional. Si en L'home del metro dedicaba su atención a Ramon Julibert, un anciano cantante de ópera frustrado que daba rienda suelta a su arte en los andenes de la Línea 3, o en Santa Rosalía con Castellbisbal llevaba a cabo el seguimiento del director José María Nunes en su domicilio de Vallcarca, ahora ha elegido al Mago Félix como protagonista de su último documental.

Y también lo filma en sus dominios: un piso lleno a rebosar de libros y amuletos. Porque Fèlix Llaugé, nombre verdadero del interfecto, pertenece a esa estirpe de personajes más o menos mediáticos que, como el Bernardo Cortés de la Barceloneta, esconde no pocas sorpresas tras una apariencia ligeramente estrafalaria. En sus juicios, el Mago se muestra contundente y, tanto en la pantalla como durante la presentación y posterior coloquio, alude una y otra vez a la nefasta influencia que el café (solo o con leche) ejerce sobre nuestro organismo. Ya se ve que este mago tiene más de apacible dietista aficionado que de nigromante, como lo demuestra el hecho de que prepare ante las cámaras un caldo vegetal.

"¡Reflótate!"

Pero como el objeto de interés del filme es seguir las evoluciones del mago en su cueva, durante buena parte de la hora exacta de duración lo escucharemos comentar la carta astral de Joan Vall y de su pareja (una Laia Requesens que también ha participado en las labores de producción). Antes de eso se nos habrá ido presentando al personaje mediante una serie de breves capítulos precedidos de un prólogo titulado "Reflotar": curiosa y exultante ceremonia encaminada a espantar el mal agüero de nuestro horizonte vital, consistente en oscilar por el apartamento agitando los brazos en alto cual bacante y al grito vehemente de "¡Reflótate...!, ¡Reflótate...!"

Luego, ya tras la proyección, los asistentes han tenido ocasión de conocer a Fèlix Llaugé más en profundidad a través de su diálogo con el director o directamente interpelado por el público. De profesión delineante, a muy temprana edad demostró tener dotes para el dibujo, por lo que acabaría estudiando en la Escola Massana. El resto de su trayectoria ya es de dominio público: autor de diferentes publicaciones sobre materia esotérica, colaborador habitual en radio y televisión... Pese a que esto último, unido a lo enérgico de sus convicciones, le ha acarreado algún que otro problema: "En la época de ETA, predije más de un atentado y los servicios secretos me registraron el piso..." Lo dicho: genio y figura.

Joan Vall y Fèlix Llaugé (derecha) en los estudios de RAC1

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