Título en francés: Le montreur d'ours
Director: Jean Fléchet
Francia, 1982-84, 105 minutos
El exhibidor de osos (1982) de Jean Fléchet |
Mucho antes de que el francés Jean-Jacques Annaud acometiese el proyecto de El oso (L'ours, 1988), su compatriota Jean Fléchet rodó en régimen de cooperativa esta producción a propósito de un joven que, en la Occitania del siglo XIX, decide abandonar a sus padres, a sus seis hermanos y a su novia para echarse a los caminos con un osezno que, tras ser capturado y haberlo domesticado, le servirá de reclamo con la finalidad de atraer a los lugareños.
Gaston Sentein (Patrice Icart) se convierte así en l'orsalhèr, figura mítica de la región de Ariège que se gana la vida no sólo exhibiendo al plantígrado como atracción sino también pregonando las propiedades mágicas o curativas del animal. En ese orden de cosas, lo mismo veremos sanar a una anciana tras montarse en él que, en otra de las secuencias de la película, al oso mostrando sus habilidades con unos pañuelos sobre los que acto seguido se abalanzará la concurrencia, ávida por comprarlos.
Desde la primera escena, el espectador es consciente, por lo tanto, de hallarse ante un filme en el que la naturaleza ofrece su lado más conmovedor, con ese pajarillo que conversa con el protagonista y que reaparecerá en el desenlace. Al mismo tiempo, la historia de Gaston, narrada en paralelo por los aldeanos, ya sea a la orilla del fuego o en forma de aleluyas, adquiere un componente legendario, por lo que tiene de relato de aprendizaje, tanto a nivel personal como ideológico. Es decir: que no sólo asistimos al proceso madurativo del personaje, como consecuencia de las situaciones que vivirá a lo largo de su periplo, sino también a su evolución ideológica, fruto de entrar en contacto con individuos como ese anciano parsimonioso, siempre caminando a saltitos con un enorme cesto a cuestas, al que irá reencontrando por los caminos de forma recurrente o el librero ambulante (que le hará leer a Proudhon, concretamente ¿Qué es la propiedad?, panfleto anarquista publicado en 1840). De ahí que Gaston acabe cuestionándose su propia trayectoria: ¿tenía realmente derecho a apropiarse de la libertad del oso en beneficio propio?
En todo caso, y en clave alegórica, se podría establecer que la suerte del animal corre paralela a la del hombre, ya que si uno es arrancado de la naturaleza para ser domesticado, Gaston también abandonará la lengua gascona de su pueblo natal en beneficio del francés ("la lengua de los señores", tal y como le dice el párroco) que aprenderá en Toulouse. De modo que L'orsalhèr (1984) es algo más que una película sobre el folclore y las tradiciones ancestrales occitanas (conviene destacar, al respecto, la presencia en el reparto de la cantante Rosina de Pèira, en el papel de madre de Gaston), ya que encierra un claro mensaje combativo de resistencia de las lenguas regionales frente a la hegemonía francófona. ¿O acaso no es ya, en sí mismo, una declaración de intenciones el hecho de rodar un largometraje de ficción en occitano?
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