Título original: Henry & June
Director: Philip Kaufman
EE.UU./Francia, 1990, 136 minutos
Cuando Henry llegó, hizo varias observaciones contradictorias. Que podía vivir sin nada, que se sentiría muy bien si consiguiera un empleo, que su integridad le impedía escribir guiones en Hollywood. Al final dije:
-¿Y qué hay de la integridad cuando se escriben relatos por dinero?
Henry se echó a reír, admitió la paradoja y las contradicciones, volvió a reírse y zanjó el tema.
Cuando una película comienza con los acordes iniciales de La consagración de la primavera de Stravinski y el hijo de Buñuel (Juan Luis) interpretando un pequeño papel (el de editor de las obras de Anaïs Nin), se está poniendo el listón altísimo. Sobre todo si a la escritora la interpreta la portuguesa María de Medeiros, cuya exótica belleza casaba a la perfección con el personaje.
-¿Y qué hay de la integridad cuando se escriben relatos por dinero?
Henry se echó a reír, admitió la paradoja y las contradicciones, volvió a reírse y zanjó el tema.
Anaïs Nin
Diario (Traducción de Víctor Vega)
Si vivir es lo supremo, entonces viviré, aun cuando deba volverme un caníbal. Hasta ahora he procurado salvar mi preciosa piel, he procurado preservar los pocos pedazos de carne que me cubren los huesos. Eso se acabó. He llegado al límite de la resistencia. Estoy de espaldas contra la pared; no puedo retroceder más. Por lo que se refiere a la historia, estoy muerto. Si hay algo más allá, tendré que reaccionar. He encontrado a Dios, pero no es suficiente. Sólo estoy muerto espiritualmente. Físicamente estoy vivo. Moralmente soy libre. El mundo que he abandonado es una casa de fieras. El amanecer se alza sobre un mundo nuevo, una jungla en que vagan espíritus flacos y con garras aguzadas. Si soy una hiena, soy una hiena flaca y hambrienta: salgo de caza para engordar.
Henry Miller
Trópico de Cáncer (Traducción de Carlos Manzano)
Cuando una película comienza con los acordes iniciales de La consagración de la primavera de Stravinski y el hijo de Buñuel (Juan Luis) interpretando un pequeño papel (el de editor de las obras de Anaïs Nin), se está poniendo el listón altísimo. Sobre todo si a la escritora la interpreta la portuguesa María de Medeiros, cuya exótica belleza casaba a la perfección con el personaje.
Fue Henry & June una oportunidad perdida de plasmar en imágenes semejante período de notable efervescencia artística: el de los inicios de los años treinta en la capital francesa. Queriendo adentrarse en los entresijos de la pasión amorosa que unió a Henry Miller (Fred Ward) y su mujer (Uma Thurman) con la autora de ascendencia cubano-española, el director Philip Kaufman acabó mostrando un París de acordeones y atardeceres a orillas del Sena. Era inevitable, pues siempre que Hollywood ha pretendido retratar la ciudad de las luces ha terminado sucumbiendo a los mismos topicazos: los de la postal idílica del "americano en París" que juega a ser bohemio.
Así pues, de la interesante actividad literaria y artística que llevaron a cabo los personajes cuya vida retrata el filme apenas nos llega el eco como trasfondo histórico, fagocitada aquélla por un erotismo que vendría a ser la versión sofisticada y superficial de El último tango en París. De hecho, Henry & June daría pie a la creación de una nueva categoría para clasificar las películas por edades: la de no recomendada para menores de 17 años.
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