Título original: La gueule ouverte
Director: Maurice Pialat
Francia, 1974, 82 minutos
La boca abierta (1974) de Maurice Pialat |
Dentro de la retrospectiva que durante estos días se le está dedicando en Barcelona a Maurice Pialat (1925-2003) hemos tenido ocasión de ver esta tarde La gueule ouverte. Planos largos, sonido ambiente, fotografía de Néstor Almendros e iluminación natural para contar la historia de una familia de gente corriente de Auvergne cuya madre (Monique Mélinand) irá abatiéndose doblegada por una enfermedad terminal que la dejará postrada en cama. Mientras tanto, el padre (Hubert Deschamps) continuará flirteando con las jovencitas del lugar como ha hecho siempre, lo mismo que el hijo (Philippe Léotard), quien ha heredado del anterior la costumbre de ser infiel a su mujer con la primera que se cruce en su camino. Y eso a pesar de que Nathalie (Nathalie Baye) sigue queriéndole e incluso cuidando de su suegra.
Pialat quiso contar en La boca abierta, filme escrito, producido y dirigido por él mismo, el cáncer y la agonía de su propia madre, de modo que el personaje interpretado por Léotard sería el trasunto en la pantalla del realizador. Un actor (Léotard, fallecido en 2001 a los sesenta años de edad) que, por aquel entonces, estaba unido sentimentalmente a Nathalie Baye, lo cual indica hasta qué punto llega la imbricación entre lo ficticio y lo real en la obra de Pialat.
De izquierda a derecha: Baye, Léotard, Deschamps, Mélinand |
Desprovista de todo sentimentalismo, La gueule ouverte muestra la vida en su total crudeza, sin escatimar detalles que a priori podrían incomodar al espectador: el título, de hecho, hace alusión a la mueca que produce en el rostro humano el rigor mortis. Sin embargo, ello no es óbice para que el resultado final destaque por su enorme belleza, basada en una sinceridad que sería el principal rasgo del estilo de Pialat como autor cinematográfico.
Por eso, cuando casi al final vemos alejarse el pequeño comercio familiar de ropa desde la ventanilla trasera de un automóvil tenemos la sensación de que no sólo está a punto de acabar una película sino que realmente hemos asistido a los últimos instantes de una vida que se apaga.
Maurice Pialat (1925-2003) |
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