viernes, 25 de noviembre de 2016

No envejeceremos juntos (1972)












Título original: Nous ne vieillirons pas ensemble
Director: Maurice Pialat
Francia/Italia, 1972, 110 minutos



A fuerza de ir viendo películas de Maurice Pialat con motivo del ciclo que le dedican estos días la Filmoteca de Catalunya y L'Alternativa, Festival de Cinema Independent de Barcelona, se nos va poco a poco perfilando la enfermiza relación que quizá mantuvo el director francés con las mujeres, habida cuenta de cómo insiste en maltratarlas en prácticamente todos los títulos de su filmografía. Algo no resuelto debía de haber en la personalidad del realizador que se acababa transmitiendo a sus personajes masculinos.

El protagonista de Nous ne vieillirons pas ensemble es precisamente un cineasta (Jean Yanne), quien mantiene desde hace seis años, a pesar de estar casado, una relación de amor-odio con su amante Catherine (Marlène Jobert): lo mismo la abraza que la desprecia con violencia, pero ella no parece indignarse (lo cual es, por cierto, otra inquietante constante entre las heroínas de Pialat). Sin embargo, se pelearán y reconciliarán incesantes veces, hasta que al final Marlène parezca decidida a abandonarlo definitivamente para contraer matrimonio con otro hombre.

Como pasará un par de años después en La gueule ouverte, el protagonista de No envejeceremos juntos está claramente inspirado en el odioso carácter del propio Pialat: de hecho, el guion es la adaptación de la novela homónima escrita por él mismo. Aunque ello no fue óbice para que Jean Yanne se hiciese con el premio de interpretación masculina en el festival de Cannes de aquel año.

Hay un momento, durante una de las conversaciones que Jean mantiene con Françoise, su mujer (Macha Méril), en el que ésta confiesa que ha tenido ocasión de conocer en Rusia a gente verdaderamente franca y espontánea: no como en Francia, donde todos son unos hipócritas. Quizá sea ésa la razón por la que los personajes de Pialat vayan de aquí para allá, siempre discutiéndose y sin llegar nunca a comprometerse: el término fidelidad no está incluido en su diccionario. Pese a lo que, en el desenlace, veremos aún a Catherine jugando con las olas a orillas de una playa mientras suena de fondo La Creación de Haydn.


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