viernes, 11 de noviembre de 2016

Charly (1968)




Director: Ralph Nelson
EE.UU., 1968, 103 minutos

Charly (1968) de Ralph Nelson


Se cumple el centenario del nacimiento de Ralph Nelson (fallecido, a su vez, en 1987 a los 71 años), cineasta de carrera irregular pero director de películas tan interesantes como Charly (1968), una historia a medio camino entre la ciencia ficción y la reflexión filosófica, con banda sonora de Ravi Shankar y que le valdría a su protagonista, Cliff Robertson, el Óscar al mejor actor.

El punto de partida, adaptación de la novela de Daniel Keyes Flores para Algernon, no podía ser más sugestivo: un individuo que a priori padece una discapacidad mental logrará convertirse, mediante un experimento científico y el debido adiestramiento, en un genio. Hay, sin duda, un elemento claramente kafkiano en todo ello: como ocurría en Informe para una academia, relato centrado en el caso de un mono que llega a desarrollar el raciocinio y las maneras de un hombre, Charly será presentado finalmente ante un auditorio de sabios que asistirá boquiabierto a sus reflexiones, la mayor parte de ellas sumamente inquietantes.



Porque la premisa que parece adivinarse tras las palabras de Charly es que él era más feliz en su etapa de ingenuo ayudante en una panadería (aunque fuese el blanco de las crueles bromas de sus compañeros) que no tras haber experimentado el desasosiego que conlleva la lucidez de la inteligencia. Por supuesto que un planteamiento tan pesimista debe ser entendido en el contexto histórico de la pérdida de confianza hacia la ciencia que se vivió en los años cincuenta y sesenta con motivo del desarrollo de las armas nucleares y de cruentos conflictos bélicos como el de Vietnam, a lo que cabría añadir, por otra parte, el cuestionamiento de lo establecido que supuso la revolución contracultural (no en vano, la película se estrenó en el mítico 1968).

En ese orden de cosas, la tenacidad de la doctora Kinnian (Claire Bloom) convierte a Charly en una suerte de Pigmalión bajo el prisma de la ciencia, un portento de consecuencias imprevisibles que acabará teniendo una trayectoria paralela a la del ratoncito blanco sobre el que se había ensayado previamente la eficacia de la intervención quirúrgica "liberadora".


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