Título original: Ana Nojoom bent alasherah wamotalagah
Directora: Khadija Al-Salami
Yemen/Francia, 2014, 96 minutos
10 años y divorciada (2014) |
A sus cincuenta años, la cineasta yemení Khadija Al-Salami reside en París, adonde llegó tras haber completado estudios en Estados Unidos. Quizá porque ella también fue víctima de un matrimonio precoz, para su segundo largometraje ha decidido inspirarse en la historia real de Nujood Ali y en el libro autobiográfico que da título a la película (la primera, por cierto, en representar al Yemen en los Óscar).
Ana Nojoom bent alasherah wamotalagah pone el dedo en la llaga al dar a conocer una realidad que tal vez nos es ajena y que nunca puede ser justificable. Ahora bien: lo que ya no tenemos tan claro es si ésta era la manera de denunciarla. Porque en su afán por hacer que el espectador se identifique con la niña, la directora opta por subrayar las escenas clave con la típica música incidental de suspense o de terror. Algo que, a nuestro juicio, empobrece el resultado final. Pasa un poco lo mismo con el tratamiento maniqueo de los personajes: burdos y terribles (el marido, la suegra, el jeque...) o absolutamente comprensivos (el juez y su familia). Cierto que la cosa se arregla un poco cuando el padre de Nojoom tiene la oportunidad de exponer sus motivos durante el juicio o a través de la solidaridad que le demuestra su hermano, pero aun así se echan en falta más matices a la hora de trazar en profundidad el perfil humano de cada uno de ellos.
Y no sólo eso: quizá por el anhelo de mostrarse a favor de una modernidad a priori liberadora, tanto el juez como su mujer e hija visten y llevan un modo de vida occidental, en claro contraste con el atuendo tradicional de la familia de Nojoom. Entraríamos aquí en un delicado debate identitario, pero de lo que no cabe duda es de que Al-Salami toma claramente partido, con el inconveniente de que su posicionamiento corre el riesgo de incurrir en un reduccionismo que se queda en la superficie del verdadero problema.
Cuánto mejor habría sido para el tratamiento de la historia de Nojoom optar por un modelo mucho más humanizador, como el que lleva proponiendo desde hace décadas el cine iraní en películas tipo Buda explotó por vergüenza (Hana Makhmalbaf, 2007). 10 años y divorciada, por contra, forma parte de esa clase de filmes, como La bicicleta verde (Wadjda, 2012) de la realizadora saudí Haifaa Al-Mansour, que se ruedan para ser exhibidos en festivales de cine del extranjero y rara vez o nunca en la nación de origen. Porque la finalidad no es tanto hacer cine como proyectar en el exterior una falsa idea de modernidad de países sin ninguna tradición cinematográfica. ¿O es que acaso los jueces del Yemen real son tan benevolentes como el que aparece en esta película...?
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