jueves, 24 de noviembre de 2016

La doctora de Brest (2016)




Título original: La fille de Brest
Directora: Emmanuelle Bercot
Francia, 2016, 128 minutos

La doctora de Brest (2016)


Como quien no quiere la cosa, la actriz Emmanuelle Bercot se está labrando también una interesante carrera paralela como directora, contando ya en su haber con cinco largometrajes. En dos de ellos tuvo ocasión de contar con la presencia de Catherine Deneuve: Elle s'en va (El viaje de Bettie, estrenada en 2013), y La tête haute (La cabeza alta, 2015). Pero para su último proyecto ha preferido centrarse en el caso real de una modesta doctora que, desde la pequeña localidad bretona de Brest, fue capaz de poner en jaque a todo el sistema sanitario francés.

En términos comerciales, podríamos decir que La fille de Brest es una mezcla a medio camino entre Hippocrate (Hipócrates, 2014) y Médécin de campagne (Un doctor en la campiña, 2016), dirigidas ambas por el galeno galo Thomas Lilti. Sólo que la protagonista (interpretada por la danesa Sidse Babett Knudsen) es, además de miembro de la sanidad pública que ejerce sus labores profesionales en una ciudad de provincias, una obstinada madre coraje que jamás se da por vencida. En ese sentido, casi podría decirse que la tenacidad de Irène Frachon es uno de los temas centrales de la película, ya que es gracias a su incansable empeño que el dañino Mediator acaba siendo retirado del mercado.

Sidse Babett Knudsen y Benoît Magimel


De hecho, el filme no es más que la adaptación cinematográfica del laborioso proceso relatado en el libro autobiográfico Mediator 150 mg: combien de morts ? De ahí la insistencia de ir consignando en pantalla el día, mes y año de unos acontecimientos que se remontan a 2009. Libro que, en realidad, suscitaría las iras de los laboratorios, quienes denunciaron el subtítulo ("¿Cuántos muertos?") por difamación.

Otro de los alicientes de la película es la trasformación física de la que ha sido capaz el habitualmente apolíneo Benoît Magimel, aquí capaz de meterse en la piel de un panzudo doctor mucho mayor que él. Aunque el taciturno Antoine Le Bihan es mucho más que eso: se trata del contrapunto necesario para que la perseverancia de Irène destaque aún más. Una luchadora que cuenta en todo momento con el apoyo incondicional de su marido e hijos y cuyo aguijón serán las víctimas inocentes de la industria farmacéutica, muchas de ellas mujeres que sólo aspiraban a mejorar su autoestima perdiendo peso.

La verdadera Irène Frachon

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