martes, 8 de noviembre de 2016

La bailarina (2016)




Título original: La danseuse
Directora: Stéphanie Di Giusto
Francia/Bélgica/República Checa, 2016, 108 minutos

La bailarina (2016)


Hay muchos momentos de La danseuse que parecen sacados de algún anuncio publicitario de perfume o de cualquier producto similar, tal es su grado de sofisticación innecesaria y superficial. Cierto que el guion se basa en la historia de un personaje real y muy interesante o que la película posee el aliciente de ver a la hija de Johnny Depp y Vanessa Paradis interpretando a Isadora Duncan. Pero al margen de estas curiosidades puntuales, la debutante Stéphanie Di Giusto ha dirigido un primer filme al que le falta cabeza y le sobra corazón: he ahí el riesgo principal al que se expone quien se deja arrastrar por una sensibilidad desbocada, lo cual es válido (en la realidad como en la ficción) tanto para Loïe Fuller (Soko) como para la directora que ha intentado recrear su periplo vital desde la América profunda hasta el parisino Folies Bergère.

El lirismo exacerbado que destilan las imágenes de La bailarina nos ha hecho pensar en otras cintas biográficas precedentes e igualmente fallidas, como Farinelli (1994) del belga Gérard Corbiau o Amor inmortal (Immortal Beloved, 1994), drama romántico dirigido por Bernard Rose a partir de la vida y milagros de Beethoven. En todas ellas abundan los desmayos, la aparatosidad excesiva de una emotividad de postal, fruto del éxtasis de unos artistas dispuestos a sacrificarlo todo, hasta la salud, con tal de dar rienda suelta a su creatividad.

Cannes 2016. De izquierda a derecha: Gaspard Ulliel,
Mélanie Thierry, Lily-Rose Depp, Soko y Stéphanie Di Giusto

De todas maneras, no puede negarse la hermosura de la danza de la serpentina, con la protagonista enfundada en los 350 metros de su vestido de seda, semejando una mariposa. El mismo vestido, la misma danza y la misma artista (en definitiva: la misma belleza) que deslumbraron a la práctica totalidad de los pioneros del cinematógrafo: los hermanos Skladanowsky (1895), Dickson para la Edison Manifacturing Company (1895, 96 y 97), los hermanos Lumière (1896), Demeny (1897), Alice Guy (1899, 1900 y 1902), Méliès (1899), G. A. Smith (1902), Segundo de Chomón (1908) y tantos otros. Con todo, ninguna de las películas supervivientes parece contener una actuación de la verdadera Loïe Fuller, independientemente de que algunas de ellas utilizaran su nombre en el título como reclamo...

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