Título original: Le procès
Director: Orson Welles
Francia/Alemania/Italia, 1962, 119 minutos
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El proceso (1962)
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Kafka + Welles= deslumbramiento alucinante. Esta es la fórmula que resume la suma de dos talentos geniales e irrepetibles. Eclipsada a menudo por otros títulos de su director y pese a ser una película de encargo, conviene no perder de vista
El proceso como una de las cumbres de su filmografía. Por varios motivos.
En primer lugar, porque visualmente es capaz de reproducir una estética onírica verdaderamente inquietante: la interminable sala de oficinistas (rodada parcialmente en la Gare d'Orsay), algo más macabra que la de El apartamento de Billy Wilder (1960), pero de proporciones igualmente descomunales sería, por ejemplo, una impecable manera de traducir en imágenes el término kafkiano.
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Solo entre la multitud anónima
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Como dice la voz en
off del propio Welles al inicio del filme: "Esta historia está narrada en una novela titulada
El proceso. ¿Qué es lo que ella significa...? ¿Qué parece significar? No hay ni misterio ni enigma a resolver. Podría decirse que la lógica de esta historia es la lógica de un sueño... o de una pesadilla".
Y, sin embargo, la mayoría de escenas fueron rodadas en espacios bien reales ubicados entre Zagreb, Roma y París. Por otra parte, el hecho de que su protagonista sea Anthony Perkins, eternamente asociado al papel de Norman Bates que interpretó dos años antes en
Psicosis, es una extraña coincidencia que contribuye a dotar a la película de un aire todavía más turbador, si cabe.
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Dan ganas de salir huyendo...
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Y ¿qué decir de la influencia que ha ejercido
El proceso de Welles en cineastas posteriores? Así, a bote pronto, se me ocurre que quizá Alan Parker debió de tenerla en cuenta como referente al rodar
El muro: de hecho, y aunque solo sea una anécdota, uno de los temas de Pink Floyd incluidos en el álbum
The Wall se titula, curiosamente, "The Trial". Aunque veinte años los separen, se intuye que son dos filmes visual y estéticamente emparentados.
A nivel irónico, casi podría decirse que las peripecias de Orson Welles buscando financiación para sus proyectos a buen seguro debieron guardar un parecido notable con las absurdas situaciones que le toca sufrir a Joseph K. Por eso solo era cuestión de tiempo que sus destinos acabaran cruzándose en una película magistral. Al borde de la alienación, el drama vital de Joseph K. consiste en que nunca llega a saber por qué lo juzgan ni de qué se le acusa.
¿Sintió quizá alguna vez lo mismo Orson W.?
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Empequeñecido frente al mundo |
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Puro expresionismo |
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El hombre frente a la masa |
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