Director: Benito Perojo
España, 1935, 78 minutos
Estrenada en tiempos de la Segunda República, la versión que llevó a cabo Benito Perojo de la célebre zarzuela compuesta por Ricardo de la Vega (libreto) y Tomás Bretón (música) supo captar a la perfección el espíritu festivo de la misma. Los tipos, los ambientes populares, la esencia del Madrid castizo de organillos y chulapas de 1893 quedan estupendamente retratados en el filme.
El actor Miguel Ligero (1890-1968), una celebridad en el cine español de los años treinta, fue el encargado de dar vida a don Hilarión el boticario y no sería la última vez, por cierto, ya que, en 1963, volvería a interpretar al mismo personaje en la adaptación de Sáenz de Heredia.
De entre los otros secundarios, también es destacable, por lo deliberadamente grotesco de su caracterización, Dolores Cortés en el papel de la bigotuda tía Antonia, la casamentera con la que viven las hermanas Casta y Susana.
Lo demás es de sobras conocido y forma parte de nuestro acervo cultural: el honrado cajista Julián que bebe los vientos por la ingrata Susana; el bueno de don Hilarión debatiéndose entre "una morena y una rubia"; la siempre afable "señá" Rita consolando y aconsejando a Julián...
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