Título original: Filming 'The Trial'
Director: Orson Welles
EE.UU., 1981, 82 minutos
Orson Welles nunca volvía a ver sus películas. De ahí que no se incorporara al coloquio sobre El proceso hasta después de la proyección que tuvo lugar en la Universidad del Sur de California el 12 de noviembre de 1981. A pesar de su sordera, el cineasta contesta a las preguntas del público con sentido del humor, aunque, respondiendo a una de ellas, admite ser un pesimista que, aun así, no pierde la esperanza.
También reconoce que la política le sigue interesando más que cualquier otra actividad, si bien sin el compromiso del que hizo gala en los años treinta y cuarenta. Respecto al estilo de otros directores, tampoco se muerde la lengua: del francés Abel Gance (fallecido apenas dos días antes) confiesa que su cine no le atrae, pese a admitir que enriqueció ampliamente el lenguaje cinematográfico con sus hallazgos.
Cuando le preguntan por sus proyectos inacabados, miente descaradamente al decir que en realidad solo fueron dos: Al otro lado del viento (bromea recordando que uno de los productores era cuñado del Shah de Persia) y Don Quijote (un ejercicio personal que debería acabar llevando por título Dime cómo vas a terminar de rodar Don Quijote). Ni un solo comentario sobre It's all true o The Deep, por citar solo dos ejemplos de proyectos que se vio forzado a abandonar...
Cuando le preguntan por sus proyectos inacabados, miente descaradamente al decir que en realidad solo fueron dos: Al otro lado del viento (bromea recordando que uno de los productores era cuñado del Shah de Persia) y Don Quijote (un ejercicio personal que debería acabar llevando por título Dime cómo vas a terminar de rodar Don Quijote). Ni un solo comentario sobre It's all true o The Deep, por citar solo dos ejemplos de proyectos que se vio forzado a abandonar...
Del rodaje propiamente dicho de El Proceso (1962), Welles recuerda cómo, estando de vacaciones en Austria con su familia, fueron a verle los Salkind para proponerle el proyecto. La opción inicial era adaptar Taras Bulba de Gógol (el escritor ruso preferido de Welles), pero dado que ya se estaba rodando una versión de la novela con Yul Brynner tal posibilidad quedó descartada. De una lista de ochenta títulos alternativos que presentaron los productores, Welles se acabaría decantando por El Proceso como la opción más factible. La película acabaría teniendo muy buena acogida (no tanto la actuación de Anthony Perkins, algo de lo que se responsabiliza Welles).
Planteó la película como si fuera un sueño, a partir de una interpretación muy sui generis de la novela: para Orson Welles Joseph K. sería realmente un joven ambicioso que pretende abrirse camino en la burocracia. Respecto al final, decidió cambiarlo para que se pareciese más a las consecuencias del nazismo: "Todos somos judíos después del Holocausto", afirma Welles.
Planteó la película como si fuera un sueño, a partir de una interpretación muy sui generis de la novela: para Orson Welles Joseph K. sería realmente un joven ambicioso que pretende abrirse camino en la burocracia. Respecto al final, decidió cambiarlo para que se pareciese más a las consecuencias del nazismo: "Todos somos judíos después del Holocausto", afirma Welles.
Y entre los consejos y confidencias que el cineasta brinda a su auditorio, quizá resulte especialmente llamativa (por su más que probable carácter autobiográfico) la aseveración siguiente: "Existe el peligro de malacostumbrar a un director joven dándole demasiados medios para su primera película: en cine, el aprendizaje más importante estriba en buscar alternativas a nuestras carencias materiales para explicar igualmente una historia".
Welles y Perkins en París durante el rodaje de The Trial (1962) |
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