jueves, 4 de junio de 2015

La dama de Shanghai (1947)




Título original: The Lady from Shanghai
Director: Orson Welles
EE.UU., 1947, 87 minutos

La dama de Shanghai (1947) de Orson Welles


Once, off the hump of Brazil I saw the ocean so darkened with blood it was black and the sun fainting away over the lip of the sky.We'd put in at Fortaleza, and a few of us had lines out for a bit of idle fishing. It was me had the first strike. A shark it was. Then there was another, and another shark again, 'till all about, the sea was made of sharks and more sharks still, and no water at all. My shark had torn himself from the hook, and the scent, or maybe the stain it was, and him bleeding his life away drove the rest of them mad. Then the beasts to to eating each other. In their frenzy, they ate at themselves.You could feel the lust of murder like a wind stinging your eyes, and you could smell the death, reeking up out of the sea. I never saw anything worse... until this little picnic tonight. And you know, there wasn't one of them sharks in the whole crazy pack that survived.

Los personajes de La dama de Shanghai son verdaderamente como tiburones que se devoran entre ellos, tal y como dice Michael O'Hara, el personaje interpretado por Orson Welles, en la cita que encabeza estas líneas.



En la presentación del filme en la Filmoteca de Catalunya, Chris Welles (la hija mayor de Orson) ha comentado cómo logró convencer a su padre para aparecer fugazmente en las escenas iniciales de la película: una niña comiendo un helado en un pueblo mejicano.

Por enésima vez, Welles tuvo problemas con el productor ejecutivo de turno (en este caso Harry Cohn, de la Columbia), viéndose obligado a acatar sus dictados: básicamente, añadir un cuarto de hora de metraje con primeros planos sugerentes de Rita, la estrella del estudio. Así, por ejemplo, la escena en la que Hayworth canta (o más bien susurra) "Please, don't kiss me". François Thomas, sin embargo, ha señalado que una pequeña venganza que se permitió Welles a cambio fue incluir diversos primeros planos de los actores secundarios, una provocación que tenía por objetivo desplazar la atención del espectador.

De todas formas, La dama de Shanghai fue la producción más cara de la carrera de su director (dos millones de dólares de la época). Aunque, curiosamente, en los títulos de crédito no figura quién la dirigió: Welles aparece únicamente como guionista y productor.

Aún así, la melena sacrificada de Rita Hayworth, su divorcio de Welles tras el rodaje, el laberinto expresionista de espejos, el juicio cómico en el que Arthur Bannister (Everett Sloane) se interroga a sí mismo, el pasado de O'Hara en las Brigadas Internacionales durante la guerra civil española (y su ocultación en el doblaje castellano que impuso la censura franquista), la secuencia en el teatro chino... hacen de esta película un título mítico del cine negro americano de los cuarenta.




François Thomas, Chris Welles, Esteve Riambau

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