lunes, 1 de junio de 2015

La lección (2014)




Título original: Urok
Directores: Kristina Grozeva y Petar Valchanov
Bulgaria/Grecia, 2014, 105 minutos

Cartel promocional de La lección (2014)


Nadezhda (Margita Gosheva) es profesora de inglés en el instituto de un pueblo búlgaro. Vive en una modesta casa con su marido y con su hija Dea. Desde las paredes, las fotografías de su madre (fallecida en 2010 con apenas sesenta años) le recuerdan con su omnipresencia que se sacrificó por ella para que pudiera tener una carrera. Disciplinada y profesional, cada noche corrige diligentemente los cuadernos de redacción que se ha llevado a casa. Pero, un día, a una de sus alumnas le desaparece dinero. Nade, siempre tan recta, advierte severamente al resto de la clase que dicho dinero debe aparecer sea como sea. Incluso da permiso a la chica para que registre las mochilas de sus compañeros o cuelga en el corcho un sobre por si el ladrón decide devolver el dinero... Pero nada: todo es en vano.

Esta es una parte de la historia. La otra tiene que ver con el marido de Nade: antiguo alcohólico, sin oficio ni beneficio, ha hecho creer a su mujer que ingresaba los pagos de la hipoteca cuando, en realidad, se ha gastado los ahorros familiares en intentar arreglar la autocaravana que nunca ha funcionado ni funcionará. Así que Nadezhda, ante el inminente desahucio, se encuentra en una disyuntiva: ¿debe acudir al banco a reclamar por unas cláusulas abusivas? ¿Sería quizá mejor rebajarse y pedirle dinero a su padre? ¿Es aconsejable recurrir a un prestamista? Para colmo, la empresa para la que Nade trabajaba haciendo traducciones entra en quiebra y su jefe se ha fugado...



Junto con el espectador, Nade irá comprobando lo que ocurre al llamar a cada una de esas puertas. Y el panorama es despiadadamente descorazonador: en el banco no quieren saber nada (es su problema si firmó condiciones que se contradicen con las que figuran en los folletos publicitarios); su padre (a todas luces un nuevo rico que ha sabido hacer fortuna especulando) tardó poco en olvidar a su difunta esposa para juntarse con una joven tan bella como superficial); el prestamista no duda en acosarla sexualmente si no le devuelve puntualmente la cantidad que le adelantó... Mientras Nade se acicala, a punto de caer en la tentación, el rostro de su madre (en otra de sus fotos colgadas) sustituirá al suyo en el espejo durante unos segundos. Es un recurso un tanto burdo, si se quiere, pero indica muy a las claras que Nade tiene unos principios muy arraigados, los mismos que le inculcó la madre que ahora, una vez muerta, parece haberse convertido en la voz de su conciencia. Quizá por ello, cuando ceda y le ponga un 6 inmerecido al sobrino del prestamista, Nadezhda reaccionará inmediatamente poniéndole también un 6 a toda la clase.

Éstas son, por desgracia, las expectativas en muchos países del antiguo bloque socialista en los que la llegada del capitalismo salvaje no ha hecho más que agravar una situación que ya era de por sí lamentable. Pero en el caso particular de la protagonista hay que añadir que el drama es doble, puesto que es su ética personal la que se ve puesta a prueba por las circunstancias: ¿será capaz Nade de actuar fuera de las aulas con la misma rectitud moral que exige a sus alumnos?


Nade espera pacientemente a que salga el culpable...

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