viernes, 26 de julio de 2019

Velvet Goldmine (1998)




Director: Todd Haynes
Reino Unido/EE.UU., 1998, 118 minutos

Velvet Goldmine (1998) de Todd Haynes


La estructura de Ciudadano Kane más el universo creativo de David Bowie y hasta el espíritu errante de Oscar Wilde: con semejantes referentes, Velvet Goldmine reúne las condiciones necesarias para convertirse en película de culto, si es que no lo es ya. Un homenaje profundo e inteligente a la escena musical británica underground mediante el que el director Todd Haynes presentaba sus credenciales como fiel devoto de la estética andrógina del glam-rock de los setenta.

Para encabezar tan soberbio proyecto, se eligió al actor y modelo irlandés Jonathan Rhys Meyers, quien encarna al excéntrico Brian Slade, artista iconoclasta cuyo alter ego Maxwell Demon transita por la estela de aquel mítico Ziggy Stardust de pelo rojizo en el que Bowie solía metamorfosearse para deleite de sus legiones de fans.



Ewan McGregor —ese intérprete que posee la rara habilidad de estar siempre presente en los filmes más rompedores, aquéllos que marcan época— es Curt Wild. Por su aspecto (melena rubia, voz aguardentosa, carácter autodestructivo) se le ha comparado con Kurt Cobain, cosa que Haynes desmiente, porque el modelo en el que se inspira no es otro sino Iggy Pop.

Christian Bale, por último, da vida a Arthur, un periodista empeñado en desvelar qué fue de su ídolo de juventud, el mismo Brian Slade cuya estrella se apagaría tras ser acusado de haber fingido su propio asesinato. A tal efecto, el reportero se dedicará a ir entrevistando a quienes lo conocieron para así, a partir de muy diversos testimonios, reconstruir los acontecimientos que marcaron su misteriosa desaparición.


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