sábado, 27 de julio de 2019

Viktor y Viktoria (1933)




Título original: Viktor und Viktoria

Director: Reinhold Schünzel
Alemania, 1933, 100 minutos

Viktor y Viktoria (1933) de Reinhold Schünzel


Quien más quien menos habrá visto u oído hablar de la versión que Blake Edwards hizo de esta película. Lo que resulta ya más difícil es que a muchos les suene el nombre de Reinhold Schünzel, el cineasta alemán que escribió y dirigió tan original historia, copiada y adaptada después en infinidad de ocasiones: aparte de la ya mencionada ¿Víctor o Victoria? (1982), el propio Schünzel se había encargado de la versión francesa, Georges et Georgette (1934), el británico Victor Saville rodó un remake titulado First a Girl (1935) y todavía Karl Anton llevaría a cabo una nueva adaptación en 1957. Hay, además, un olvidable telefilme de 1995 con el que Julie Andrews y Blake Edwards intentaron renovar el éxito cosechado por ambos una década antes.



Pero volvamos a Reinhold Schünzel (1886–1954), ese "desconocido" al que hacíamos referencia en el párrafo anterior. En realidad, Schünzel no sólo se hizo un nombre como realizador en Alemania, gracias a títulos como el que nos ocupa o Amphitryon (1935), sobre la comedia de Plauto, sino que en 1937, tras el ascenso al poder del nazismo, se vio forzado a abandonar el país al igual que tantos otros artistas de su generación, recalando en Hollywood, donde llegaría a dirigir alguna que otra producción menor y se ganó la vida como secundario. Su papel más memorable, el del maléfico doctor Anderson, lo interpretó a las órdenes de Hitchcock en Notorious! (Encadenados, 1946).

Reinhold Schünzel (1886–1954)


Bien: ahora que ya sabemos quién fue su creador, pasemos a este portento de la comedia musical en el que una aspirante a actriz sin demasiada fortuna recurre al subterfugio de hacerse pasar por hombre con tal de triunfar en los concurridos cabarés de la República de Weimar. Es en ese Berlín bullicioso, cuya agitada vida nocturna, con sus chisteras y vestidos de gala, aparece perfectamente retratada en la película, donde va a transcurrir la acción. Ambiente sofisticado y glamuroso en el que, sin embargo, el número estrella de los transformistas es un pasodoble titulado "Komm' doch ein bisschen mit nach Madrid" ('Ven conmigo a Madrid'), de lo que se deduce que la idealización romántica de los tópicos asociados a lo hispánico seguía haciendo furor. No en vano, la cantante francesa Rina Ketty triunfaría poco después en toda Europa, y según el mismo modelo, con su célebre "Sombréros et mantilles".



Técnicamente, Viktor und Viktoria está rodada siguiendo el pomposo gusto de la época, lo cual incluye hasta la imaginativa coreografía de un nutrido grupo de bailarinas captadas en ángulo cenital a lo Busby Berkeley. Los diálogos son, muchos de ellos, en verso, con la particularidad de que los personajes (sobre todo Susanne y Viktor) pasan de hablar a cantar con pasmosa rapidez. Por cierto que ella (la actriz Renate Müller) fallecería apenas cuatro años después en circunstancias nunca del todo esclarecidas. Se cree que pudo tratarse de un suicidio (se precipitó al vacío desde el balcón de la clínica donde se hallaba ingresada) o hasta de un crimen orquestado por los nazis a causa de su nula simpatía hacia el Führer. Tenía treinta y un años.

Renate Müller (1906–1937)

4 comentarios:

  1. Hi ha molt cinema europeu mig oblidat però diria que l'alemany és del més poc conegut avui.

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    1. "Poc conegut" entre nosaltres, potser sí. Ara bé, Júlia: el veritable cinema oblidat, no et càpiga cap dubte al respecte, és l'espanyol.

      Salutacions i bon estiu!

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  2. Hola Juan!
    Tomo buena nota pues desconocia esta pelicula. Tengo especial predilección por ese cine de los 30, incluso las peliculas flojas tienen algo por lo que merecen ser vistas. Por lo poco que he leido sobre el tema, el Berlin de esa epoca debio de ser increible, supongo que no me importaria pegar un salto en el tiempo...jeje
    Lo dicho, siempre agradecido de tus reseñas, saludos!

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    1. Bueno, Fran: lo más parecido que tenemos a una máquina del tiempo es el propio cine. De modo que, bien mirado, cuesta muy poco viajar hasta el Berlín de entreguerras o hacia cualquier otro lugar del pasado o del futuro.

      Un abrazo y gracias por tu comentario,
      Juan

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