sábado, 26 de enero de 2019

Marie-Louise (1944)




Directores: Leopold Lindtberg y Hermann Haller
Suiza, 1944, 103 minutos

Marie-Louise (1944) de Lindtberg y Haller


A pesar de tratarse de una película de propaganda, Marie-Louise posee el encanto de la inmediatez: esa extraña emoción que traspasa los límites de lo ficticio y que apenas se alcanza cuando los acontecimientos narrados tienen su correlato directo en la más cruda realidad. En dicho sentido, la última imagen del filme —un primer plano del cartel colgado a la entrada del campamento infantil en el que puede leerse Soyez les bienvenus— aspiraba a influir sobre la conciencia del espectador para que saliera de la sala de proyección dispuesto a amparar a cuantos refugiados llegasen al país huyendo de la barbarie nazi.

La neutral Suiza, enclave de paz y prosperidad en el corazón de Europa, pretendía contribuir con "Un film profondément humain" (como indica su eslogan publicitario) al auxilio de las criaturas que hubiesen perdido sus hogares a consecuencia de los bombardeos sobre territorio francés durante la Segunda Guerra Mundial. A fin de cuentas, se trataba de un país hermano y la productora Praesens ponía así su grano de arena para solventar la terrible crisis humanitaria desatada en ciudades como Ruan, la capital de Normandía.



De allí precisamente procede Marie-Louise Fleury, la protagonista, una niña espigada y pizpireta que será acogida con los brazos abiertos por la amantísima familia Rüegg. Afectuosa hasta tal punto que la cría, cuando llegue el momento de regresar a su país, preferirá abandonar el tren y darse a la fuga para reunirse de nuevo con sus benefactores.

Como es obvio, son muchos los momentos de hondo patetismo en una producción cinematográfica que, como ésta, aspiraba a tocar la fibra del público. Por ejemplo, la escena del entierro, en la que la cámara se va deteniendo ante el féretro de cada uno de los miembros de la familia Fleury muertos a consecuencia de las bombas mientras la voz en off de los difuntos glosa quiénes fueron y qué es lo que ya no podrán ser... Se comprenderá, por tanto, que la Academia de Hollywood, en un gesto insólito, premiase por primera vez en la historia un filme de habla no inglesa en la categoría de Mejor guion.


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