viernes, 25 de enero de 2019

Ángeles gordos (1981)




Título original: Fat Angels
Director: Manuel Summers
EE.UU./España, 1981, 92 minutos

Ángeles gordos (1981) de Manuel Summers


Con la habitual ternura que le era inherente, afrontó Summers el reto de rodar en Estados Unidos y en inglés una entrañable fábula urbana: "¡El amor más gordo jamás filmado!", según reza, jugando con el doble sentido de las palabras, el eslogan publicitario que acompañaba al cartel de la película.

Porque si el sobrepeso de la población, al menos en buena parte de las sociedades industrializadas, ha terminado adquiriendo, en lo que llevamos del siglo XXI, proporciones de epidemia a escala planetaria, a principios de los años ochenta la obesidad tendía aún a asociarse exclusivamente como una de las consecuencias más visibles del sedentarismo y la opulencia que comporta el American way of life.



Es en ese contexto que se sitúa la historia de Mike (Farnham Scott) y Mary (January Stevens), dos almas solitarias y bonachonas (él en Nueva York, ella en Miami) que entablan una relación epistolar a través de las páginas de una revista de contactos. Les une su afición por el cine clásico, en especial los musicales de Ginger Rogers y Fred Astaire, y un detalle que ambos ignoran compartir, pero que les acompleja por igual: la gordura.

El posterior y accidentado devenir del idilio entre Mary y Mike adoptará la típica estructura de comedia romántica de enredo merced a un inocente subterfugio en el que incurren tanto el uno como el otro: acompañar sus respectivas cartas con la fotografía de un amigo, físicamente agraciado, haciéndola pasar por propia... Argucia que, como es obvio, dará pie a no pocas situaciones comprometidas cuando, finalmente, se atrevan a dar el paso de conocerse en persona.


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