Título original: Die Geträumten
Directora: Ruth Beckermann
Austria, 2016, 89 minutos
Los soñados (2016) de Ruth Beckermann |
Comentábamos hace unos días La Vénus à la fourrure (2013) de Polanski y el azar cinéfilo nos lleva a descubrir otro filme de estructura parecida, con un hombre y una mujer como únicos personajes y la intensa afinidad que se establece entre ambos. Sólo que ahora el planteamiento es más documental y menos escénico y lo que vamos a escuchar durante hora y media no es una obra de teatro, sino veinticinco fragmentos de las numerosas cartas que los poetas Ingeborg Bachmann (1926-1973) y Paul Celan (1920-1970) intercambiaron a lo largo de dos décadas.
Lo cual conecta de pleno con otra película, también dirigida por una cineasta (la portuguesa Rita Azevedo Gomes), que ya tuvimos ocasión de comentar aquí en su momento y que se rodó en el mismo año que Die Geträumten. Se trata de la muy remarcable Correspondências (2016), basada en la relación epistolar entre los escritores Sophia de Mello Breyner Andresen (1919-2004) y Jorge de Sena (1919-1978).
Nacida en la capital austriaca en 1952, la directora Ruth Beckermann posee una filmografía que sobrepasa la decena de títulos, todos ellos de carácter documental, y en la que Los soñados (traducción aproximada de Die Geträumten) ocupa un lugar destacado por lo que tiene de puente entre ficción y realidad o, cosa que no siempre suele ligar del todo bien, entre el cine y la literatura. Con su presencia, esta tarde, en la Filmoteca de Catalunya, Beckermann ha tenido la oportunidad de desvelar algunos entresijos a propósito del rodaje.
Como, por ejemplo, que la filmación tuvo lugar en los estudios de la Casa de la Radio de Viena. O que Anja Plaschg, la encargada de leer las cartas de Bachmann, es, en realidad, una afamada cantante que triunfa en toda Europa y Laurence Rupp, la voz de Celan, un célebre actor televisivo en su país natal. En cualquier caso, lo verdaderamente interesante en Die Geträumten nace, ante todo, del amor imposible entre dos seres cuya incomunicación se vislumbra más allá de los límites de su epistolario y, en claro contraste, de la lozanía de la pareja de jóvenes intérpretes, capaces de emocionarse leyendo los textos, sí, pero que luego, en las pausas que comparten en los pasillos, charlan amistosamente mientras fuman o escuchan música.
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