Título original: Repulsion
Director: Roman Polanski
Reino Unido, 1965, 101 minutos
Repulsión (1965) de Roman Polanski |
Una quietud aparente que esconde el desasosiego de un alma acongojada: Repulsión es ya, en sí mismo, un título bastante explícito. Que encierra, sin embargo, veladas alusiones al surrealismo de Buñuel como la omnipresente navaja de afeitar o esos títulos de crédito iniciales que se deslizan sobre la pupila de Catherine Deneuve semejando la afilada cuchilla de Un chien andalou (1929). Y no es la única referencia, ya que el apartamento donde transcurre la mayor parte de los hechos (por lo menos, los más significativos a partir del momento en el que la protagonista decide encerrarse en él), además de mostrar la predilección de Polanski por los espacios claustrofóbicos, remite directamente al argumento de El ángel exterminador (1962).
De hecho, tanto en La semilla del diablo (Rosemary's Baby, 1968) como en El quimérico inquilino (Le locataire, 1976) volverá a insistir en planteamientos remotamente similares, poniendo de manifiesto una tendencia que probablemente obedezca a razones de índole personal y mucho más profundas que las de un simple leitmotiv.
Aunque el verdadero atractivo de Repulsión, hasta el extremo de convertirla en una obra maestra, radica en que el punto de vista adoptado es el de Carol (Deneuve), con lo que se hace al espectador partícipe de sus múltiples y sobrecogedores delirios, ya sean paredes que se resquebrajan sin razón aparente o angustiantes ensoñaciones en las que la joven revive algún turbio episodio de su pasado en el que probablemente fue víctima de abusos sexuales.
Y es que a lo largo de todo el filme se respira una malsana tensión sexual no resuelta que condiciona la conducta de Carol hasta convertirla en un ser reprimido cuyo retraimiento social y, sobre todo, carnal tendrá consecuencias fatalmente patológicas tanto para ella como para su entorno más inmediato.
Bien visto lo de Buñuel; es verdad! Me gusta la película tanto como me agobia. Una de las mejores de Polanski, y eso es decir mucho.
ResponderEliminarTe sigo.
Y lo curioso del caso es que, según parece, Polanski y su guionista Gérard Brach la escribieron con la intención de que fuese una película comercial que les permitiera recaudar el dinero suficiente para abordar su siguiente proyecto: "Cul-de-sac". Pues menos mal... Si llegan a tomárselo un poco más en serio, ¡a saber qué habrían logrado!
EliminarBienvenido a bordo, Fernando.
Muy interesante el paralelismo que apuntas con el cine de Buñuel.
ResponderEliminarUn abrazo.
En esa línea, me pregunto qué puede simbolizar el conejo desollado. Seguro que no faltan interpretaciones de todo tipo, aunque yo apostaría a que tiene algo que ver con la maternidad frustrada.
EliminarEn fin, gracias por tu comentario y hasta pronto.