Título original: La petite prairie aux bouleaux
Directora: Marceline Loridan-Ivens
Francia/Alemania/Polonia, 2003, 91 minutos
La sombra del pasado (2003) de Marceline Loridan-Ivens |
Myriam (Anouk Aimée), la protagonista de esta cinta, es una superviviente de Auschwitz que regresa al antiguo campo de concentración en busca de respuestas. Sin embargo, una vez allí, lo único que encuentra son sus propios fantasmas, los mismos que parecen agobiar al joven Oskar (August Diehl), fotógrafo alemán cuyo abuelo fue un alto jerarca de las SS.
Se da la circunstancia de que la propia Marceline Loridan-Ivens (1928–2018), directora de documentales (fallecida hace ahora justo un año) que cerraba su exigua filmografía de apenas media docena de títulos con un filme autobiográfico, fue víctima de esos mismos abusos que, seis décadas después, siguen atormentando a su alter ego en la ficción. Unos personajes, como le ocurre a Myriam, que viven oprimidos bajo el peso del desconsuelo o, como en el caso de los descendientes de los verdugos, de una culpa que aflora al cabo de dos generaciones.
Hay un momento en La petite prairie aux bouleaux en el que la cámara se desplaza en un trávelin lateral durante varios minutos a lo largo de la carretera que discurre paralela a los restos de lo que un día fueron los barracones del mayor complejo de exterminio diseñado durante el régimen nazi. Sólo así se percibe la verdadera magnitud de lo que supuso aquella maquinaria en la que un millón de personas perdieron la vida.
Pero, habiendo transcurrido tanto tiempo, se corre el riesgo de que aquellas instalaciones acaben por convertirse en un mero reclamo turístico. De ahí que Myriam —quien, a diferencia de alguna de sus antiguas compañeras de celda, no se resigna a olvidar— tache indignada con tiza la palabra museo de uno de los carteles que dan acceso al recinto para escribir encima un más apropiado "campo de concentración". Y es que, a veces, las palabras —como el topónimo Birkenau ("pequeño prado de los abedules")— encierran un significado mucho más terrible de lo que a simple vista pudiera parecer.
Anouk Aimée (derecha) recibiendo indicaciones de la directora |
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